En análisis matemático hay una letra griega, épsilon, con la que se denotan cantidades pequeñas, tan pequeñas como se quiera. Es clave en el análisis infinitesimal y basta un épsilon para echar por tierra toda una teoría. Pero esto sucede en la matemática que, como sabe, es una ciencia abstracta con la que pocos congenian, a pesar de ser uno de los estudios con más salidas profesionales. Con todo, lo que el épsilon prueba es que hasta las cosas pequeñas son importantes. Es más, son las cosas pequeñas las que hacen valiosas a las grandes. Si usted supera la “prueba del épsilon” es que tiene una buena teoría.
No sucede lo mismo en la vida, donde lo importante es tener una teoría, sea correcta o falsa. Preséntela con un reportaje gráfico, con letras de tamaño 24 y deje que la repita alguien con la imagen apropiada para lo que se pretende. No olvide nunca de emitirla por algún telediario o algún programa televisivo ad hoc. Si además la puede colgar en alguna reda social el éxito está garantizado.
No se preocupe por la posibilidad de que se la echen atrás porque aquí nadie va a hacerle la “prueba del épsilon”. A lo más, lo intentarán algunos de los que fácilmente se deshará diciendo que son unos fachas retrógrados o algo por el estilo, ¡que si se van a creer ellos que son los únicos hombres de buena voluntad! Además, ¿por qué decir hombres y no mujeres?
¿Ha conseguido su propósito? Sí, ¿verdad? Ahora viene la parte difícil, pero no tanto para que se preocupe. Ahora viene la parte en que se descubre que su teoría era falsa.
No se apee de lo que venía afirmando. Haga como que analiza sesudamente el motivo por el que su teoría no ha dado el fruto esperado. ¿Quizás los poderes fácticos? Que, ¿cuáles son esos? No se preocupe, ya le digo, usted pronuncie la frase y quédese tan pancho. ¿Han hablado ya suficientemente de los poderes fácticos en sus medios de comunicación? ¿Cómo que no lo sabe? ¡Ah!, ¿que le dicen que sí? Vale, entonces viene la segunda parte. Hágales que miren al bulto, que comparen lo bien que están ahora con lo mal que estaban en el siglo pasado. ¿Que le parece un tiempo desmedido? Pues compare con veinte años atrás. Pero no olvide ir siempre al bulto, no caiga en el error de ir al detalle, porque ya sabe que la “prueba del épsilon” no es superable, al menos no por su teoría. Ya sé que la realidad seguirá siendo tozuda y que ni así ve las cosas fáciles, pero hay una tercera parte. Hábleles de sus esperanzas, exíjales un poco de fe en su persona. No le exijo que usted la tenga, pero sí que sea capaz de exigirla a los demás. Póngase sentimental, evoque su niñez, …, invente, por favor, invente. Esto le dará un tiempo.
Y cuando haya pasado un tiempo es el momento de dividir. Recuérdeles a unos el mal que han hecho los otros, y a los otros el mal que han hecho los unos. ¿Los tiene divididos? Pues ya casi todo está ganado.
Pero no se confíe, llegará el momento en que esa teoría hará polvo los bolsillos y habrá que pasar a otra estrategia. La estrategia de marear la perdiz. Arme follones donde no los hay, que se entretengan discutiendo en cosas insustanciales. Es fácil, ¿verdad? Más aún si tiene mano en los medios de comunicación. ¿Que no sabe si la tiene? ¡Ah!, ¿que le dicen que sí? Vale. Nos damos un tiempo de respiro y pasamos al penúltimo punto. Digo el penúltimo, porque imagino que cuenta con el aval de todo el feminismo autodenominado progresista. ¿Sí? Bueno, pues pasamos al penúltimo punto, no sin volverle a recordar que nada de ir al detalle, siempre al bulto. Nada de épsilon que eso es para las mentes sesudas y abstractas. ¿De acuerdo? Bien, pues el paso siguiente es convencer que la culpa de todo la tienen esos retrógrados que decían que esta teoría era mala. ¿Que no le parece un buen argumento? Pruebe, pruebe y verá. ¿Qué me dice? Esto nos da otro respiro. Por cierto, ¿seguimos sin ver brotes verdes? No se preocupe, si mantiene los tiempos, llegarán. Ha tenido un tempo de respiro, ¿verdad? Es el momento de decir que esos retrógrados no tienen otra teoría. No digo otra teoría mejor, sino que no tienen teoría alguna que pueda sustituir la suya. ¿Me dice que sí la tienen? Bueno, no se preocupe, lo importante es decir que no la tienen. Haga que sus adeptos repitan esa frase muchas veces, no vaya a ser que a alguno se le ocurra buscarla y la encuentre. Hay que ser precavidos.
Me despido, ya me contará. Por cierto, si todo lo anterior falla, diga que usted se queda porque para eso le pagan. Un saludo.
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