sábado, 4 de junio de 2022

Repite, que algo queda

 Conocí a un profesor que, cuando se repetía, decía: perdonad, es por deformación profesional. De él aprendí que la repetición forma parte de una buena pedagogía. Repites aquello con lo que acabaste la clase anterior, repites lo que quieres que aprendan hoy, repites la tarea para el próximo día. Repetir es recordar, hacer memoria. Pero no como un papagayo, sino que cada repetición alumbra el concepto desde un punto de vista nuevo, añade palabras, imágenes, construye, relaciona.

Y si este es un buen método para aprender cualquier cosa, ¿cómo no aplicarlo a algo tan importante como es la naturaleza del ser humano?  Porque, ante la Ley de diversidad sexual y derechos LGTBI, recientemente aprobada por las cortes de Castilla-La Mancha, conviene repetir lo que han escrito nuestros obispos, conscientes de su responsabilidad de pastores y maestros de miles de castellanomanchegos.

Repetir que hay que apoyar “toda iniciativa que favorezca la igualdad real y evite la discriminación que puedan sufrir las personas por razón de sexo, raza, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social, como expresa nuestra Constitución”. Algo que hace la Iglesia al promover “proyectos concretos para acoger, acompañar, ayudar y, en definitiva, promover la dignidad de quienes son “descartados” por la sociedad”.

Repetir que la citada ley “se orienta a implantar en la sociedad una concreta forma de entender la naturaleza del ser humano, en la cual se parte de la separación entre el sexo con el que se ha nacido y con el que la persona se identifica, entre el sexo con el que se ha nacido y la elección personal de la orientación sexual. De hecho, la inmensa mayoría de los preceptos de la ley tienen por objeto incorporar la perspectiva de género de manera transversal”.

Sorprende, digo yo, que en una sociedad democrática se intente imponer una idea concreta de naturaleza humana, una ideología determinada. Y más aún que esta imposición lleve consigo “multas de 3.001 a 30.000 euros para sus infractores, con la prohibición para entidades o personas de recibir subvenciones o, incluso, la inhabilitación temporal, cierre o suspensión temporal del servicio, actividad o instalación durante un año”. Y todo esto acompañado de la inversión de la carga de la prueba; esto es, “corresponderá a quien se atribuye que ha discriminado a personas LGTBI la aportación de una justificación probada, objetiva y razonable de las medidas supuestamente discriminatorias”. Se acabó la presunción de inocencia y el “in dubio pro reo”.

Repetir que “el planteamiento antropológico que subyace en esta ley es contrario a la enseñanza del Magisterio de la Iglesia sobre la naturaleza del ser humano y no responde a lo que afirma la ciencia, la cual sostiene que la identidad sexual tiene su fundamento principal en la biología”. En definitiva, esta ley contrasta tanto con la fe como con la ciencia, con consecuencias sobre la esencia de la familia.

            Como tarea, lean atentamente la ley. Repito, lean atentamente la ley y valoren sus consecuencias.