jueves, 26 de enero de 2012

Antonio y Tomás, fiestas a celebrar (24-01-2012)

Toda celebración es un motivo de fiesta y, para un estudiante, la auténtica fiesta es no tener clase. Por eso, la ausencia de un profesor es causa de celebración. Así somos los estudiantes, más aún aquellos que sueñan en libros cuyas páginas sean todo margen.


Me viene esto a la cabeza al pensar en los días de san Antonio abad y santo Tomás de Aquino. Pasó el primero y está por llegar el segundo.


En mi tierra, allá en Valencia, en la comarca del Azafor, hay una arraigada tradición que celebra el día de san Antoni del porquet (del cerdito), que así lo llaman, con subida y visita a la ermita por un camino lindado de tenderetes que ofrecen chuches, manzanas acarameladas y frutos secos, preferentemente porrat, garbanzo tostado, en tal abundancia que esta celebración es llamada también la fiesta del porrat.


No hubiera hecho mención de ello, simple recuerdo de la infancia, de no haber sido por mi afincamiento en Albacete. Donde, cuando había clase vespertina en los Institutos, la tarde de san Antonio abad era fiesta y, cuando las clases dejaron de ser vespertinas, gran parte del alumnado abandonaba el centro a la hora de recreo con la excusa de la fiesta. Se hacía lo que se podía para impedirlo pero era un tiempo de puertas abiertas (¡cómo me gustaría que volvieran esos tiempos!) y el alumnado, al que se le podía exigir más que ahora, consideraba que la tradición de la fiesta era un valioso argumento, aunque sólo fuera para pelarse las clases. Y, es que, como he dicho anteriormente, no se concebía una fiesta en la que no se recortaran las clases. Recorte que bien pudiera haber decretado la autoridad competente, aunque sólo fuera por el formalismo.


Con el paso del tiempo -pongo como ejemplo este año- la celebración de san Antonio abad ha quedado en el olvido de los estudiantes de secundaria. Las intentonas de cursos anteriores ya no existen, algo loable en cuanto al mantenimiento del orden, pero que deja en el olvido la vida austera y entregada de un hombre que bien podría ser interlocutor de una juventud desorientada en lo fundamental. Su actualidad, como amante de los animales y enemigo del consumismo, no puede ser ignorada. Además de que su ausencia contribuye a que desaparezca una tradición albaceteña. Bien pudieran retomarla las autoridades educativas apoyadas por las distintas fuerzas sociales, en lugar de inventar nuevos eventos artificiales.


Otro tanto sucede con Tomás de Aquino, de quien alguien dijo (creo que fue Chesterton) que fue el “más racional entre los hijos de los hombres”. Su día, que aún celebran algunas de las facultades y escuelas de nuestra Universidad, era el día de la enseñanza secundaria; como el día de san Francisco de Sales o de san José de Calasanz era el día del maestro. Pero ya este es el segundo curso consecutivo en el que el día de la enseñanza (ya ni siquiera “día del maestro”) se ha trasladado a distintos días de marzo, no coincidiendo con ninguno de estos personajes que se adelantaron a la preocupación actual por la educación de los niños en casi cinco siglos unos y siete el primero. Que no sólo tuvieron la feliz idea de recoger y educar a los niños pobres, sino que además dieron ejemplo de una vida coherente.


La idea de celebrar una fiesta en torno a un modelo de hombre o de mujer ha sido respetada por los siglos hasta convertirse en tradiciones, más o menos folclóricas, pero siempre inspiradas en alguien al que valía la pena imitar. Ahora, los modelos han sido sustituidos por eslóganes. Celebramos el día del niño, el del abuelo, el de la madre, el del padre, el de la mujer trabajadora, el de la enseñanza, …, pero no hay manera de ponerse de acuerdo en qué es un buen niño, un buen abuelo, un buen padre, una buena madre, una buena mujer trabajadora o un buen docente (como se dice ahora). Y así no se puede educar.


Valdría la pena recobrar alguno de estos días como día para la fiesta de la enseñanza o como día del maestro, aunque sólo fuera porque un niño pueda decir a sus padres que no tiene clase porque es el día de santo Tomás de Aquino. Aunque sólo sea para volver a oír los nombres de aquellos hombres y mujeres que el tiempo agranda y demanda.

jueves, 19 de enero de 2012

De vuelta con la vida (17-01-2012)

Con permiso de la crisis económica, podríamos hablar hoy de la crisis de valores y, más en concreto, de la falta de confianza en la vida que supone el que en España tengamos una Ley que establece, como derecho, quitar la vida al no nacido hasta la 14ª semana. Más aún cuando gran parte de los que la han aprobado han dado sobradas muestras de ineptitud, sin olvidar sus privilegiadas situaciones económicas y su arbitrario dechado de subvenciones.


¿En quién pensaban cuando la aprobaron? Porque, si consultamos los datos del 2010, llegamos a que el 98,16 % de los abortos se realizaron en algunas de las 147 clínicas privadas subvencionadas para este menester con fondos públicos, lo que ha supuesto el récord del último decenio. Además de que, como ahora no hay necesidad de justificar el peligro para la salud de la mujer, este caso de abortos ha bajado del 96,7% al 8,1%, lo que desmonta uno de los argumentos más repetidos. Y en cuanto al efecto de la píldora (PDS), cuya venta aumentó un 83% (lo que supone un buen negocio para algunos), las estadísticas señalan que el número de abortos ha aumentado un 1,4% respecto al 2009. Y si el flojo crecimiento de abortos puede suponer un alivio para alguien es porque se olvida de que ha disminuido la población de España y que la relación entre abortos y nacimientos también experimentó un aumento: de 22,58 abortos por cien nacimientos en 2009 a 23,35 en 2010.


Me decía un amigo que el único negocio que no se ha visto afectado con la crisis ha sido el de pompas fúnebres, pero olvidaba el de la píldora, el de los preservativos y el de las clínicas abortistas. Y aunque las cifras anteriores demuestran que hay quien hace negocio de este execrable crimen, todas ellas no pueden con el número 1. Porque basta con un aborto consentido y justificado para llegar a la conclusión de que esta sociedad ha perdido el norte.


La actual crisis económica, como la de principios del siglo pasado, será recordada en los manuales de economía o historia durante años, pero la ceguera del mundo presente ante el valor de la persona no nacida será recordada por siglos como se recuerdan los motivos del declive de otras civilizaciones. “¡Qué amarga es la ironía de aquellos que promueven el aborto como una atención de la salud materna!”


Leía estos días el abandono de un niño de diez días, algo nada nuevo, y me trajo a la mente una noticia aparecida en este mismo periódico que ocupaba la dieciseisava parte de una página, decía que en Rusia se habían instalado urnas para abandonar a los recién nacidos. Textualmente: “Las madres que no quieran quedarse con sus hijos recién nacidos podrán abandonarlos garantizando las condiciones higiénicas de los pequeños en lugar de emplear, como suele ocurrir en estos casos, los cubos de basura”. Y no puedo menos que pensar que esta generalización de la locura acabará siendo un obstáculo para la continuidad de nuestra civilización. No hay que ser muy inteligente para pensar que algo va mal.


En hospitales matamos a los niños que no han nacido y en urnas de la calle –higienizadas, claro- abandonamos a los niños recién nacidos. Creo que ya va siendo hora de que reaccionemos. Que confiemos en la vida, que no nos hagamos amos de ella, de ninguna vida.


Que en medio de esta crisis económica seamos capaces de echar por tierra la ley Aído. Sin complejos, porque de cada unidad de tiempo depende una vida. Y en negativo: con el pasar del tiempo se carga de muertos la memoria de esta civilización, la nuestra.

jueves, 12 de enero de 2012

¿Nuevo sistema educativo? (10-01-2012)

Empieza un nuevo trimestre de curso y me sorprendo con una ilusión: la reforma del sistema educativo. No se ha anunciado gran cosa sobre ello pues las noticias por excelencia tratan de las medidas de austeridad. Tanto por su necesidad como por el nuevo modo de vida que comportan. Sin olvidar que el fin de éstas es el recuperar una economía que pueda ser capaz de generar empleo. Todo llegará a su tiempo pero el problema es si llegará a tiempo para algunos.


Decía que estaba sorprendido por la alegría ante un posible cambio en el sistema educativo y, sin embargo, me descubro justificando tal entusiasmo con una alusión al principal problema del país. Es como la carta de presentación para el que escribe; o trata de la situación económica o advierte desde el principio que es consciente de lo que está pasando. Casi se ha convertido en una obsesión, le damos vueltas y queremos el resultado ya. Porque así ha sido la vida durante muchos años, lo que se quería se conseguía ya, de ipso facto. ¿Dónde hay que firmar?


Volviendo al sistema educativo, digo que sabemos poca cosa del mismo; todo lo más, que habrá un curso más de Bachillerato. No sabemos si será un tercero o un primero; si se añadirá a lo que hay o desplazará al cuarto de la ESO, en cuyo caso habría que hacer algo más atendiendo a la obligatoriedad de la escolarización hasta los dieciséis años. Lo que encajaría en mi deseo de hacer una auténtica reforma, más aún que con la anterior posibilidad que siempre puede ser entendida más como una forma de bajar el paro juvenil que como una medida educativa, aunque haya países en Europa donde el Bachillerato acaba con los diecinueve años. Además del inconveniente económico que presenta para las Universidades pues, a los ya menguados presupuestos, habría que sumar todo un curso sin nuevas matrículas.


Quizás me deje llevar por el “ipso facto” del que hablaba antes, pero esperaba ver un borrador de la nueva ley educativa a la vuelta de vacaciones, sino antes. Pero a lo más que he recibido es el exabrupto cariñoso de algún viandante madrugador con el que he vuelto a coincidir después de dos semanas: “¿de nuevo al trabajo?, ¡menudas vacaciones te has tirado!,¡ pájaro!” Y, es que, la confianza da asco. Pero poco ha influido en mi ánimo pues ya digo que estaba ilusionado pensando en la nueva educación de la que espero que alguien me informe pronto. Ni siquiera la resolución de la convocatoria de admisión en el que todo parece que va a seguir como estaba ha influido en mi ánimo.


Más me molesta que el nuevo ministro de educación haya hablado poco sobre una posible nueva Ley de Educación, si es que ha dicho algo al respecto. Parece que está más ocupado en lo de la propiedad intelectual que en la intelectualidad de lo que le es propio. O, quizás, será como siempre, todo deprisa y corriendo al final, para que venga otro y derogue.


Y aquí lo dejo, porque si sigo así acabaré por desprenderme de mi alegría.

lunes, 2 de enero de 2012

El nuevo año (03-01-2012)

Decía Bismark que “la vida es como visitar al dentista; se piensa siempre que lo peor está por venir, cuando en realidad ya ha pasado”. Y, al comenzar el nuevo año, desearía que esto fuera así, que lo peor ya hubiera pasado. Pero, aunque así fuera, siempre llegará un día en el que habrá que volver al dentista y todo volverá a empezar. Mas no nos dejemos llevar por los deseos, porque la realidad actual es que seguimos en el dentista, en el sillón abatible frente al foco de luz, con la boca abierta, mientras una mano introduce el torno que gira con su sonido estremecedor.


La historia enseña que a un tiempo de “vacas gordas” le sigue otro de “vacas flacas”. El error de nuestra sociedad ha sido olvidar la historia; el error de cada hombre (de cada mujer) ha sido pensar que eso no le podía pasar a él (a ella). La idea del progreso sin fin es una gran mentira, como lo es su contraria, la de la desesperanza.


La gente felicita el nuevo año con el deseo de que pase pronto, la gente parece que no quiere vivir un año. Si fuésemos osos lo entendería. ¡Que tengas una buena hibernación! Que cuando despiertes haya pasado el crudo invierno y la primavera se descubra a tus ojos. Muchas gracias, pero no soy un oso. La vida se hace en el tiempo con lo que soy en cada instante. No quiero dejar de ser aunque sea por un instante. Por favor, no me quite un año. Hace tiempo que lo sé: “No es que morir nos duela tanto // es el vivir lo que nos duele más”, como escribió Emily Dickinson.


Si, como tenían costumbre algunos bárbaros, echara en una caja una chinita negra por cada día difícil y una blanca por cada día fácil, a mi muerte se encontrarían poquísimas blancas y gran cantidad de negras. En tal caso, de seguir su felicitación, si hubiera invernado el tiempo de las negras, podría decirse que casi no habría vivido. Déjeme que viva el 2012, aunque cada día deba poner una chinita negra. Déjeme con la ilusión de tener la oportunidad de añadir alguna blanca. Déjeme que ejerza la esperanza, que yo sé de quién me he fiado.


Para el que sufre, el tiempo pasa lentamente, pero no es el tiempo lo que duele, sino lo que acontece en él. Que pase el tiempo es una manera de decir que pase el sufrimiento, pero es también un modo de decir que no vale la pena vivir con sufrimiento. Mas no quería llegar tan lejos en mi reflexión. No es un hombre (una mujer) enfermo, ni desempleado, ni hambriento, el que me desea que pase el año cuanto antes. Es un hombre (una mujer) que teme que la difícil situación económica por la que atraviesa el país le afecte más allá de las medidas anunciadas en el último Consejo de Ministros. Le agradezco su intención, pero no me arredra su temor. Yo lo veo de otra manera, tengo la mirada puesta en cosas distintas a las de años atrás; ha llegado el tiempo de construir y de arreglar los desaciertos anteriores.


Estamos en el dentista, puede que lo peor esté por llegar, pero es otro dentista. El anterior hablaba y echaba agua, ponía el respirador, pero no hacía nada. Este, por fin, ha empezado a curar, su torno estremecedor actúa ya sobre la primera pieza. Pronto echaré a la caja mi primera chinita blanca, eso espero.