domingo, 28 de octubre de 2018

Cartas desde el aula (II)


Estimado Simón, cuando uno se aproxima al límite de su edad laboral, que no sabe si alcanzará (recuerda el problema del “ratón glotón y confiado” que os ponía en 2º de BUP), le da por pensar en sus años de docencia, en el empleo del propio tiempo, en la posibilidad de haber hecho más o haberlo hecho de otro modo. Y hoy mismo, antes de recibir tu carta, me hacía la siguiente consideración: he dedicado mucho tiempo a confeccionar “apuntes” para el alumnado, incluso he escrito algunos libros; he rehecho mil veces las programaciones para adaptar sus contenidos a la más de media docena de sistemas educativos que he conocido; he construido tablas y hojas Excel para evaluar estándares y anotar las ausencias del alumnado; he asistido a numerosas charlas que se anunciaban como necesarias para saber enseñar; he participado en grupos de trabajo y seminarios; ….; en definitiva, he tenido una actividad plena realizando “deberes”, pero ¿cuánto tiempo he dedicado al estudio?
                Fíjate, Simón, que me planteo algo análogo a lo que repito incansablemente al alumnado: no confundáis el “hacer deberes” con el estudio. Y, es que, en general, el alumnado viene sabiendo hacer deberes o, más bien, sabiendo que tiene que hacer deberes. Pero confunde el hacer deberes con el estudio, cree (es una creencia extendida) que basta con hacer deberes y no es consciente de que éstos son una parte de su trabajo pero no todo, que los deberes están enfocados al estudio y que, sin él, no sirven de mucho. Con esta creencia se han formado muchos alumnos (capaces de actividad), resultando muy pocos estudiantes (capaces de pensar, relacionar, tener ideas). Quizás, por esto me cuesta llamarles estudiantes y prefiero llamarles alumnos.
                Sería bueno que nosotros, los profesores, dedicáramos más tiempo a enseñar a estudiar a los alumnos. No me refiero a los métodos estándar de estudio, sino a enseñarles a estudiar la propia materia, la nuestra, la que les enseñamos. ¿Te acuerdas cuando os decía que las matemáticas se estudian con lápiz y papel en el silencio?  Pues algo así, por ahí se empieza.
                Enseñanza y aprendizaje, me gustan esos dos vocablos. Si les enseñáramos a estudiar, les resultaría más fácil el aprendizaje.
                Te dejo, Simón, que tengo que actualizar el tema 6 de agrónomos, el de la diagonalización de matrices y endomorfismos. Da recuerdos a los otros del departamento, en especial a Judas Tadeo, que es capaz de enseñar cualquier cosa. Un abrazo.

PD.: Hoy celebramos la fiesta de San Simón Cananeo y San Judas Tadeo, apóstoles.