martes, 30 de marzo de 2010

Jesús, como modelo (30-03-2010)

Jesús, como modelo

Si alguien me preguntara lo que echo en falta en la educación que se está dando a los niños, respondería: la vida de Jesús. Si no como realidad, al menos como posibilidad. Porque la posibilidad de creer o no pasa por conocer su vida y sus hechos, pero los adultos lo han sustraído de la historia impidiendo con ello que el niño pueda tomarlo como referencia en algún momento de la vida.

En las matemáticas aplicadas enseñamos a los científicos las herramientas más potentes, en la educación en cambio parece que nos conformemos con que sean herramientas. Proponer a Gandhi, Luther King o Mandela como modelos, que es la máxima propuesta de algunos libros de ciudadanía de quinto de primaria, es darles buenas referencias pero se quedan cortas ante la figura de Jesús quien, por otra parte, sirvió de modelo a los anteriores. En las matemáticas buscamos optimizar resultados, indagamos por el máximo o mínimo absoluto, en la educación en cambio nos conformamos con los extremos relativos. Y así nos va. La ciencia progresa, pero el hombre no progresa.

Resulta sorprendente que para hablar del modelo de la democracia no tengamos reparos en mirar veinticuatro siglos atrás y que, sin embargo, para hablar de modelo de hombre sólo se muestren ejemplos del siglo pasado. Más aún cuando estos modelos sólo son parciales; esto es, reflejan sólo una parte del esplendor de aquel que pasó por la tierra hace veintiún siglos: Jesús. Que pasó “haciendo el bien”.

Resulta obvio que el silencio sobre Jesús es una de las medidas acordadas para silenciar el cristianismo, para hacer borrón y cuenta nueva del origen de nuestra civilización. Pero esto es lo mismo que dejar a las nuevas generaciones sin pasado, algo así como dejarlos huérfanos, como negarles la fuente del pensamiento que, a pesar de los pesares, ha conseguido que lleguemos a donde ahora estamos. Y no hay más que mirar fuera de esta burbuja de bienestar que nos encierra para sacar consecuencias. No sólo para hacer comparaciones que claman al cielo, sino también para advertir que en los lugares más tristes del planeta siempre hay un hombre o una mujer que está allí, ayudando a los demás, por su vocación a seguir a Jesús. De manera que los que sustraen a los niños la posibilidad de conocer a Jesús, están quitando a los más desfavorecidos la posibilidad de que alguien les lleve consuelo y compañía, así como la posibilidad de progresar materialmente.

Hoy, martes santo, me asomo a esa trascendencia que muchos adultos quieren negar a los niños. Me asomo a esa referencia que en forma de arte y tradición popular recorrerá las calles de Albacete como exquisita catequesis para contemplar al que siendo inocente se entregó como víctima para salvar a los demás. Y agradezco a las cofradías su empeño porque así sea.

Afortunadamente y en contra de lo que dicen los agoreros, el número de cristianos aumenta y, en cuanto a los jóvenes, no hay motivo que aglutine a más que el mensaje de Jesús. Lo que no impide, más bien parece que lo acrecienta, el esfuerzo de muchos por silenciar a Jesús como modelo.

Hasta el próximo martes y feliz Pascua de Resurrección.

martes, 23 de marzo de 2010

20 peonadas, 20 (23-03-2010)

20 peonadas, 20

Tenía un amigo, que en paz descanse, andaluz de pura cepa, que afirmaba que deberían pasar mil años para que la derecha venciera en Andalucía. Y es posible que así sea, aunque las últimas estadísticas vaticinen lo contrario. Que no deben ir muy descaminadas cuando el Gobierno anda por aquellas tierras con regalos y prebendas. Con todo, creo que mi amigo hacía su aseveración pensando siempre en igualdad de condiciones, que las de ahora no lo son y, por tanto, donde él decía mil cabe poner dos mil.

Lo curioso es que sean algunos los que se aprovechen del dinero de todos. Y he dicho curioso, pero más bien debería decir injusto. Es cierto que debemos ser solidarios, pero no andan sobradas las autonomías para permitir que los de una cobren por sólo veinte peonadas.

Los socialistas andan gobernando aquellas tierras durante muchos años y, con tanto tiempo, bien pudieran haber levantado algunas industrias que les permitiera no depender tanto de los olivos. Como se ha hecho en otras partes. Y del mismo modo que se hace lo de las peonadas, pudiera hacerse algo análogo con nuestros trabajadores manchegos que no encuentran trabajo. Ofertarles la posibilidad de trabajar veinte días al año y que cobren el resto. Sería un nuevo tipo de PER para aquellas zonas en que las industrias y fábricas pasan por una situación difícil. Claro está que siempre saldría alguno diciendo que si esto lo hiciéramos con las 17 autonomías, que ¿de dónde sacaríamos el dinero? Y eso digo yo, que ¿de dónde sacan el dinero para Andalucía?

Dicen que el día de cobrar en algunos pueblos, la gente está impaciente por que llegue su turno, que tiene –dice- que ir a trabajar. ¡Pero si cobran por no poder trabajar! El otro día, ya no en Andalucía, asistí a una escena que resume todo. ¿Qué es el todo? Que habiendo cinco millones de parados aquí no pase nada. Estaba en el supermercado donde una de las vendedoras estaba despachando a una señora. La operación fue interrumpida por el sonido del móvil de ésta que no dudó en cogerlo y hacernos esperar al resto. Después de colgar, quizá por familiaridad con la vendedora y como si sólo estuvieran ellas, contó lo siguiente: me ha llamado mi marido diciendo que el ayuntamiento le ha ofrecido trabajo pero que no lo ha aceptado porque le pagaban lo mismo que en el paro y, además, el horario no le permite hacer trabajillos extra, como los que hace ahora. Así de claro, para que luego vaya el Gobierno queriendo meter mano al trabajo sumergido, ¡pero si es lo que le está dando vida! (Al Gobierno, claro).

Peonadas y trabajo sumergido van de la mano. Que no soy tan mal pensado para decir que lo que se da la mano es la peonada y la vagancia. Con todo, es el Gobierno quien saca beneficio. Andará por aquellas tierras presumiendo de una inversión que hace con dinero ajeno y metiendo miedo por si viene la derecha. Pero eso de crear empresas, factorías, industrias punteras, … de eso nada. Como si los andaluces, que han demostrado sobradamente su calidad profesional por el resto de España y que, además de ser los más ingeniosos, tienen buenísimas universidades, no pudieran sacarse las castañas ellos solos.

lunes, 15 de marzo de 2010

Tomando aire (16-03-2010)

Tomando aire

Acabo de leer “El castillo de mi madre”, publicado por Marcel Pagnol en 1958, como continuación a “La gloria de mi padre” que vio la luz un año antes. Su lectura ha coincidido con el fallecimiento de Miguel Delibes al que muchas páginas del libro me lo han recordado. No voy a hablar de Delibes, al que toda la prensa del fin de semana ha elogiado y al que voces más expertas han colocado en el Parnaso. Poco podría añadir, salvo que durante mucho tiempo dije que mi libro favorito era “El camino”. Después vinieron otros y ahora no sabría cuál elegir. Pero tampoco importa, porque, como digo, no soy un experto.

Quizá, escribir sobre un libro no forme parte del repertorio de los artículos de opinión, más aún cuando hay tantos temas apropiados para sacar el colmillo, ninguno de los cuales deja bonito a Zapatero. Pero hay veces en los que uno prefiere alejarse de la podredumbre y la provocación para respirar un poco de aire puro, a pesar de escribir entre el humo de la pipa –a mi manera, siempre he sido un reaccionario-.

Lo hice el sábado por la mañana, escapándome con mis hijos, un grupo de alumnos y profesores del instituto, a repoblar –junto a un puñado de ecologistas profesionales- los montes de Pozo Lorente que el fuego del verano pasado redujo a cenizas. Después de la labor de campo –en la que anduve de mirón- tan bien dirigida por profesores y ecologistas y mejor secundada, si cabe, por el alumnado, vino la marcha de bajada hasta el valle que nos llevaría al pueblo. Descendimos, recorriendo lo largo de la alambrada que separa el monte del campo militar de maniobras. Que separa la zona rocosa de la fértil tierra que ahora ocupa el campo de maniobras. Andar y pensar, escribió el literato Josep Pla, y eso es lo que yo hacía.

Al lado, mi amigo Pedro, maestro difícil de superar, iba desgranando la historia de aquella tierra y anécdotas de su infancia relacionadas con las aldeas que quedaron en el campo de maniobras y de las que hoy sólo quedan las paredes, esperando que algún obús las deje en el olvido para siempre. Es la morriña de la infancia, los lugares, los juegos, los amigos, la familia.

Paredes y tierras que también me evocaban otro tiempo. Un tiempo en el que, subido en la cabina del camión militar que arrastraba una de las tres piezas de nuestra batería, recorría aquellos caminos. Las órdenes “carguen” y “fuego” dadas a mis artilleros. Las medidas tomadas con el goniómetro y el manejo de las tablas que ayudaban a no errar la puntería. El frio que, como nunca antes había experimentado, congelaba las manos y hacía difícil las operaciones, hasta las más naturales. El calor nocturno entre las paredes de una aldea que sobrevivía para comodidad del mando y que me ayudó en la lectura de “La cabaña del tío Tom”. Un tiempo, en definitiva, en el que como se decía antes “serví a la patria” y del que guardo recuerdos entrañables, tanto de personas como del oficio de artillero. Oficio antiguo, denostado hoy por pacifistas radicales y, sin embargo, indispensable para garantizar la paz de las naciones.

Acabó la marcha como mejor podía acabar, comiendo en el restaurante “La perdiz” de Pozo Lorente. Un lugar con clase y calidad suficientes para entusiasmar a los más exigentes y que propició la alegre tertulia en la que resumiríamos los esfuerzos y anécdotas de la mañana.

Fue al anochecer cuando el cuadro quedó completo. Si a lo largo del día había despejado la mente mediante el contacto con la naturaleza, la noche trajo el aire puro que emanaba de las páginas del “El castillo de mi madre”. Literatura costumbrista repleta de valores no contaminados todavía por la progresía. La infancia sin complicaciones mentales, la amistad sin sexualidad, la familia tradicional sin complejos, la madre sin el temor de ser nada más -y nada menos- que ama de casa, la lealtad sin componendas, el agradecimiento sin segundas intenciones, el lenguaje sin tacos, el amor a la naturaleza sin la pretensión de endiosar a los animales y, cómo no, un respeto mutuo que lleva hasta el sacrificio. Ciertamente, una familia modélica y, quizás por ello, poco real –aun siendo una novela autobiográfica- pero que no conviene pasar por alto sin haber intentado imitarla previamente. Porque el error de la progresía es dar por superados aquellos valores que nunca ha sido capaz de vivir.

Finalizo, como siempre, tras una relectura del artículo en la que observo que he contado muchas cosas personales. Que me perdone el lector –o lectora-, pero uno se va haciendo mayor y ya se sabe que, además del deber de hacer un plan de pensiones, se siente la obligación de contar las propias batallitas. Siempre servirán para algo, digo yo. Hasta el próximo martes.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Buscando puntos de unión (09-03-2010)

Buscando puntos de unión

Confío en que, igual que Zapatero derogó la Ley Orgánica de la Calidad de Educación, el PP derogue –si algún día llega a gobernar- la nueva Ley del Aborto, cuyo nombre no quiero recordar. Una ley que no deja títere con cabeza; desde el nasciturus hasta el farmacéutico, pasando por el padre biológico de la criatura, los padres de la niña, la libertad de conciencia del personal sanitario y la educación sexual. Caridad Navarro, presidenta de la CONCAPA, habló de genocidio de la libertad de conciencia y yo creo que se quedó corta, porque con la palabra genocidio bastaba. Es un genocidio indiscriminado de la población española, pues el aborto elimina anualmente a más de cien mil españoles, dejando tocadas anímicamente a otras tantas españolas y a sus familias.

Dicho esto y mientras se realizan las conveniente impugnaciones a esta Ley, es evidente que el objetivo de aquellos que estamos en defensa de la vida, e incluso de aquellos que manifiestan su apoyo a esta Ley aún diciendo que están a favor de la vida, debe ser la disminución del número de abortos. Lo que es un punto de partida común. Aunque creo que este objetivo ha estado siempre en la mente de todos. Y son precisamente los métodos o caminos para conseguirlo lo que separa a los defensores de la vida de sus detractores.

Hay, sin embargo, algunas situaciones en las que podríamos unirnos. Una de ellas hace referencia a la mujer trabajadora, cuyo día conmemoramos ayer. Se trataría de facilitar la continuación del embarazo a aquellas madres que, deseando dar a luz, encuentran dificultades ante la presión de sus jefes. Esto es, mujeres a las que se les presenta como excluyentes dos de sus derechos: el derecho a tener hijos y el derecho al trabajo. Ciertamente, esto ya lo hacen algunas ONG, como la Fundación Madrina, pero lo que propongo es que esta acción sea tutelada por el Estado y contemplada en sus presupuestos. Y, teniendo en cuenta a quién escucha Zapatero, sería bueno que las asociaciones de mujeres progresistas hicieran también fuerza en esta propuesta.

Aquí podría intervenir el Ministerio de Igualdad, tan criticado también en Europa en la pasada semana, dispensando algunas de sus ayudas generosas a estas mujeres trabajadoras que quieren ser madres. E, incluso, los sindicatos, estudiando propuestas para que toda mujer que trabaja pueda ser también madre sin peligro de perder su trabajo. No se trata sólo de denunciar situaciones injustas, sino de proponer soluciones positivas que permitan que los empresarios pierdan el miedo al embarazo de sus trabajadoras. Es, pues, tarea conjunta de todas las fuerzas sociales.

Invertir tiempo y esfuerzo en salvar vidas humanas que no han nacido y en ayudar a las embarazadas para que puedan ejercer de madres y trabajadoras sería un logro sin antecedentes. Y no sólo eso sino que también, ante la posibilidad de trabajar conjuntamente en conseguir el objetivo de disminuir el número de abortos, se generaría un clima más amable entre tanta gente enfrentada y que, sin embargo, persigue un mismo objetivo.

Frente a la solución retrógrada del aborto, propongo pues que busquemos puntos de unión para que la vida siga siendo el primer derecho. Puntos de unión que tienen que ver con la lucha, decidida y legal, contra todas aquellas posibles causas que impiden a la mujer ejercer el derecho de ser madre.

martes, 2 de marzo de 2010

Por la vida: el 7 de marzo, en el Altozano (02-03-2010)

Por la vida: el 7 de marzo, en el Altozano

En los juicios con jurado popular se recuerda a los componentes que se abstengan de condenar al acusado si tienen una mínima duda respecto a su culpabilidad. Lo que es bueno no sólo para el acusado, sino también para los que forman parte del jurado, porque vivir con la duda es un sin vivir.

Sobre el aborto se ha escrito y debatido mucho. Y el origen de este abundante material, y mayor tiempo empleado en el mismo, radica en la afirmación de que el embrión, desde el momento de su concepción, es un ser humano. La segunda parte de las discusiones se centra en sus consecuencias. Pero esta segunda parte, aun siendo importante, es poca cosa ante la primera, pues de ser cierta se está causando la muerte a un ser indefenso, a un inocente. Así pues, no se puede pasar de puntillas sobre aquella afirmación. Si es un ser humano, estamos condenando a un inocente a la pena de muerte. ¿Lo es?

Hay quien estando de acuerdo en que lo es, en que es un ser humano, sobrepone a este hecho las circunstancias que han rodeado al embarazo o la situación personal de la madre, con lo que establece una gradación dentro de la humanidad. Una gradación que determina que hay vidas más valiosas que otras. Seres humanos más valiosos que otros. Y, aún más, que hay vidas que pueden ser sacrificadas en beneficio de otras. Lo que justificaría, en teoría, los genocidios y la esclavitud, poniendo también en duda el cimiento de la democracia que afirma que cada persona es un voto. ¿Tan lejos se puede llegar? Sí, y más lejos que se ha llegado.

Pero también hay quien niega que haya vida humana desde el momento de la fecundación. Que se trata tan solo de una masa de células. Y en estos o estas es en los que busco, en las que busco, el resquicio de la duda. ¿Lo tienen tan claro que no hay lugar para la duda? ¿Tan claro para creer que en la semana 13 no hay un ser humano y sí lo hay en la catorce?, ¿que sí lo hay en la 22 y no en la vigésimo primera? ¿Tan claro para desoír la llamada de 3000 científicos españoles que ratificaron, en el manifiesto de Madrid de marzo de 2009, que desde el momento de la fecundación aparece una nueva vida humana? ¿Ningún resto de duda? No me lo creo. Pienso, más bien, que es el sentimentalismo lo que les vence porque sólo pueden escuchar y ver a una de las partes implicadas. La otra, la que no ven ni escuchan, está en completa indefensión. No puede llorar, ni argumentar a su favor. De manera que no sólo se saltan el adagio clásico de “in dubio pro reo”, sino también el consejo legal de oír a las dos partes, con lo que frustran la imparcialidad.

Así pues, ésta es la cuestión: ¿lo fecundado es o no es un ser humano? Una cuestión que ha sido sofocada con otras cuestiones, de casos extremos al principio del debate, de contradictorias expresiones como salud reproductiva y de desenfrenado egoísmo cuando se vió que se podía conseguir una mayoría en el Congreso. Pero no ha hecho falta volver al congreso, ha bastado con el senado. Allí se han hecho las fotos triunfales una mayoría de mujeres sin descendencia que arropaban a una ministra experta en bailes flamencos. Pero, como me decía un profesor de latín, “el freír será el reír”, porque en este ataque a la Naturaleza la mujer es la que sale perdiendo. Y si pierde la mujer, todos perdemos. Con la vida no se juega, menos aún con la de otros.

Por otro lado, siento pena por la desgracia de esas mujeres para las que el sistema sólo tiene pensado el aborto. No les da otra salida. “Lo tienes tan fácil ahora”, les dirán, cuando ellas esperaban otro tipo de ayuda. Pero el Gobierno Zapatero no quiere invertir en ellas, ni aun considerando que la mayor riqueza de un país son los hombres y mujeres que lo forman. Como no quiere considerar que la educación sexual que fomenta va encaminada a que un mayor número de jóvenes engrose las filas de estas mujeres. Sólo el consuelo de las ayudas que surgen de organizaciones no gubernamentales me reconforta. Gracias a ellas, muchos niños y niñas salvarán la vida a sus madres.

Y todo esto para recordarles que el próximo domingo, 7 de marzo, está prevista una marcha internacional por la vida que, en Albacete, está concretada para las 13:00 horas en la plaza del Altozano. Que el derecho a la vida sea una realidad es tarea que sólo podemos hacer entre todos. Nos veremos.