domingo, 22 de agosto de 2021

La nueva estrategia del aborto

  

Es difícil entender que todavía haya personas que crean que nuestro planeta está superpoblado. El modelo de Malthus no tenía en cuenta las catástrofes naturales, las guerras, las hambrunas y, menos aún, las epidemias. En la actualidad, cualquier planteamiento científico describe un crecimiento asintótico, que se estabiliza en torno a un determinado valor, muy alejado del planteamiento casi decimonónico de aquél. Pero las grandes fortunas mundiales, empezando por los primeros Rockefeller, siguen alimentando aquella teoría.  Es la política del miedo que une factores ideológicos y económicos para promover la contracepción, el aborto y la eutanasia. Capitalismo y extrema izquierda aliados, cada uno por motivos propios y distintos, en la destrucción de la vida humana. Alianza que sólo conduce al absurdo, si no a la aberración.

Centrémonos en el aborto. Un debate que parece olvidado. Lo decía un amigo cuando propuse una tertulia sobre los derechos concurrentes de madre e hijo y, así mismo, de los derechos concurrentes de madre y padre. ¿Cuál de ellos prevalece? ¿El de la madre sobre el hijo? ¿El de la madre sobre el padre? Eso parece o, al menos, eso dice la praxis. El niño es mudo y al padre, en el supuesto de que defienda la vida del niño, lo enmudecen. Una vida, la del niño, que en algunos países es posible arrebatar incluso después de que éste haya visto la luz.

Pero, dirán, ¿dónde aparece aquí la problemática demográfica? En 2019 hubo más de noventa y nueve mil abortos en España, con lo que suman dos millones y medio desde 1986. Vayan sumando los que se realizan en el resto del mundo y obtendrán la respuesta. No obstante, como he dicho, el argumento poblacional es falaz. Algo así como una tapadera para otros fines. Pues, si el derecho al aborto es para algunos un dogma ideológico, para otros es un negocio. Por lo que no es de extrañar que, ante la oposición de gran parte de profesionales sanitarios, el informe Matic’ proponga la negación del derecho a la objeción de conciencia. O, como pretende el grupo socialista en España, condenas a cárcel para aquellos que merodean por las clínicas abortistas con el fin de salvar vidas.

Ante tales dificultades, la política abortista empieza a moverse en otro sentido. En concreto, los defensores del aborto están usando las recientes directrices de “autocuidado” de la OMS para promover los abortos médicos domésticos. ¿No hay médicos para practicar abortos o hay quienes públicamente los pretende evitar?, pues -se dicen- encontremos una solución que prescinda de los médicos y de la cara al descubierto. Y la solución es: recomendar la autoadministración de drogas inductoras del aborto sin la supervisión directa del médico. El objetivo es desmedicalizar el aborto, tal como ya sucede con la contracepción. Que es también la forma para introducirlo en aquellos países donde está restringido o es ilegal. Para ello, como pueden imaginar, el laboratorio elegido ha sido la población más vulnerable de algunas naciones africanas. Después, cuando esté perfeccionado, lo exportarán al resto del planeta.

        Así progresa este negocio que se apoya en la mentira de la superpoblación y en la ceguera de una “autonomía” que no se corresponde con la realidad.