domingo, 31 de mayo de 2020

Tiempos de locura y esperanza


En el encuentro “COVID 19, ¿crisis u oportunidad de mejora?” la profesora I. Enkvist comentó que el cierre de los centros educativos está sirviendo para reflexionar sobre la esencia de la educación, ayudando a clarificar a su propios protagonistas el papel que les corresponde. Clarificar para llegar a lo esencial. Que en el caso de la educación es el aprendizaje del alumno. Una idea valiosa que es aplicable a otros ámbitos. De hecho, mucho se ha hablado en estos días sobre repensar la vida, sobre aprovechar la oportunidad del encierro para clarificar el particular sentido de la vida con el fin de llegar a su esencia. Para tener, como dice el clásico, “una vida lograda”.
                En el camino, muchos han perdido a sus seres más querido y, algunos, ni han podido despedirlos. La muerte se ha hecho presente en una sociedad en la que hablar de ella estaba prohibido. También otros experimentan la crisis económica aneja, sufriendo el paro y sus consecuencias. Todo un caudal de dolor que fluirá durante algún tiempo. Y si hay algo que hacer, pueden decir, es sobrevivir, dejarse de filosofías y buscar la manera de salir adelante. Cierto, hay que salir adelante, pero no basta con el voluntarismo. Es necesario algo interior que fortalezca el ánimo abatido, hace falta esperanza. Una esperanza fiable.
                “El presente, aunque sea un presente fatigoso -escribió Benedicto XVI-, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino”. Así pues, volviendo a Enkvist, hoy es tiempo  oportuno para clarificar esa meta. Una meta segura y grande.
                Los cristianos tienen una meta tan grande que les llena de esperanza, “no es que conozcan los pormenores de lo que les espera, pero saben que su vida, en conjunto, no acaba en el vacío”. Llevan siglos anunciándola porque su esperanza es “siempre y esencialmente para los otros”. Quizás sea oportuno volver a esa meta que hace vivir de otra manera.
Que nadie se lleve a engaño, aunque “vivimos en tiempos de locura” (Vintila Horia) también vivimos en tiempos “de esperanza, en el tiempo de la espera de Dios”.