sábado, 30 de junio de 2012

La ratio (26-06-12)


En nuestros días se realizan periódicamente pruebas a nivel internacional que evalúan la salud de la “educación” (término que no me parece apropiado). De sus resultados se extraen conclusiones generales que dan luz sobre algunos aspectos discutidos con anterioridad. Conclusiones que los estudiosos dan a conocer y a las que conviene converger de manera general. Entre las más citadas están los informes de la OCDE, PISA y, cómo no, el conocido Informe Mc Kenzie sobre los sistemas de excelencia escolar. Pues bien, ninguno de ellos concluye que el número de alumnos por aula sea un factor determinante para la calidad de la enseñanza. De manera que podría pensarse que el debate está cerrado. Pero no, no lo está, porque todo debate sobre la enseñanza debe tener en cuenta su principio, que no es otro que el estudio, algo que no consideran muchos de estos informes.
No hay nada más fácil que enseñar a cien alumnos que quieren aprender, como no hay nada más difícil que intentar enseñar a un alumno que no quiere estudiar. Y esta afirmación, que parece dar la razón a la insignificancia del número de alumnos por aula, introduce el factor clave por el que la ratio puede ser indiferente. Que, como he dicho anteriormente, no es otro que el estudio. Esto es, tanto si los alumnos son estudiosos como si no lo son, los resultados son independientes del número de ellos. Ahora bien, un grupo clase está formado por alumnos que quieren estudiar y otros que no quieren, así que la cuestión no es tan sencilla.
Los grupos de la ESO tienen de todo: alumnado dispuesto al esfuerzo, alumnado que viene de cursos anteriores con ninguna asignatura aprobada, alumnado que repite con todas suspensas, alumnado disruptivo y alumnado con necesidades educativas especiales, algunos de los cuales tienen medicación por motivos neurológicos. Todo un cajón de sastre al que han contribuido los teóricos con sus dogmas de integración y heterogeneidad. Y que hace que el número de alumnos por aula sí sea un factor importante. Decir  lo contrario es carecer de experiencia en el aula o haber tenido la suerte de que su hijo o hija no haya pasado por grupos con tales características; algo que deben agradecer al azar y nada más, que no a la normativa. Muchos padres y profesores podrían contar cientos de anécdotas que echan por tierra esa idea de que la ratio de alumnos por aula no influye en la calidad de la enseñanza. Y todas estas anécdotas tienen el mismo comienzo, el de unos jóvenes que no quieren estudiar y a los que el tiempo añade la falta de respeto a los demás, ya sean compañeros o profesorado.
Entonces, ¿todo va a empeorar? No necesariamente. Porque frente a la mala situación económica, que ha llevado a las autoridades a tomar esta medida, se alza la calidad humana del profesorado y las familias. La profesionalidad de los primeros y un mayor compromiso en el estudio de los hijos por parte de los segundos son la clave de esa calidad que no se quiere perder. Sólo lograremos salvar estas dificultades temporales si, entre todos, conseguimos que el estudio y la cultura sean valores en alza que se antepongan a cualquier otro valor de carácter material. Sólo un estudio esforzado y una cultura profunda pueden deshacer ese espejismo de la merma de calidad. 

viernes, 22 de junio de 2012

Enseñanza y educación*


Enseñanza y educación son hoy dos palabras que se utilizan indistintamente para referir lo mismo. Pero, por más que lo intento, no consigo darles el mismo significado.
Tengo para mí que enseñar es distinto a educar. Se enseña al que no sabe y se educa a cualquiera. Lo primero está relacionado con el aprendizaje de un oficio o de un saber de tipo intelectual; lo segundo, en cambio, guarda relación con ese llegar a ser lo que uno debiera ser. La enseñanza tiene que ver con los saberes prácticos, aunque estos sean de tipo intelectual como he dicho; la educación hace relación al ser. La primera, es una actividad limitada por el contenido y la capacidad del que aprende. La segunda es finura de espíritu y, en cuanto tal, ilimitada para el que se la proponga como tarea. Se enseña con la palabra, se educa con la vida. Para enseñar hay que saber algo, para educar hay que saber vivir. El derecho para enseñar lo da un título, el derecho para educar está implícito en la condición de padre o de madre.
El Estado realiza una tarea elogiable al promover una enseñanza básica para todos los jóvenes, pero traspasa los límites de sus funciones –cometiendo abuso de poder- cuando se erige como educador de aquellos en detrimento del derecho fundamental que tienen los padres. Y aunque sea una realidad –triste realidad- que haya padres que no educan, no es motivo suficiente para apropiarse del derecho de educar a los hijos de quienes sí lo hacen. Que haya padres que no eduquen es un problema que el Estado debe intentar resolver, pero la solución no puede consistir en quitar un derecho fundamental al resto de padres y madres.
Es cierto que, a veces, la frontera que separa la educación de la enseñanza (o instrucción) es tan tenue que resulta difícil distinguir hasta para el que se ha propuesto llevar a cabo tal separación. El profesor Víctor García Hoz hablaba de pedagogía invisible y nosotros podríamos hablar de educación invisible para designar a aquella que se da sin propósito de darla. Hasta llegar al límite de que cualquiera educa aun sin proponérselo. Y en esta línea, Maritain decía que, aun no habiendo una matemática cristiana, el maestro que esté animado por una sabiduría cristiana despertará en el estudiante -sin necesidad de palabras- algo que trasciende las matemáticas y cuya raíz primera está en el Intelecto divino. Ideas estas que muestran la dificultad para separar la educación de la enseñanza (o instrucción) y que inducen a preguntarnos: si esto pasa cuando nos proponemos tal separación, ¿qué será cuando no la hagamos?   
Mas la cuestión es otra; pero, ¿qué digo?, no hay tal cuestión. Hay un hecho. El hecho de que un Gobierno ha intentado educar a los jóvenes en una determinada dirección haciendo caso omiso de la que pretenden sus padres e, incluso, contradiciendo a éstos. Y aun salvando la buena intención de ese Gobierno Estatal, el hecho es grave porque el fin no justifica los medios. Al hacerlo, se ha arrogado un derecho que no le compete, a la vez que ha dejado de desempeñar el propio: ser garante de que ese derecho sea efectivo para el que lo ostenta.
No obstante, hay que reconocer que son muchas las familias a las que ha pasado desapercibida esta intromisión, que es también usurpación. Y que, además, algunas de ellas –muchas, por cierto- han convertido dicha intromisión en el estandarte de lo que comúnmente llamamos enseñanza pública. Sin advertir que esa materia, que toman como bandera de sus ideas, es también de uso obligado en las otras enseñanzas, sean concertadas o privadas. Así como a otros jóvenes que, estudiando en la pública, no comparten esas ideas.
De modo que el pensamiento de unos se impone sobre el de otros, hasta el punto de que es aquél el que se presenta como correcto. Cayendo así en el pensamiento único, base de todo totalitarismo. El que no piense igual que nosotros debe ser reeducado –dirán- o descalificado y apartado de cualquier responsabilidad pública. Por el contrario, algunos estilos de vida, los que vienen reflejados en la materia de Religión, forman parte de la optatividad del sistema educativo. Y si bien esto último nos parece justo, por la misma razón debe parecernos injusta la imposición de ese confesionalismo estatal que se pretendía y que aún hoy defienden con dientes los que no entienden de libertad de pensamiento.
Me dirán que el nuevo Gobierno ya ha decidido que desaparezca la Educación para la ciudadanía, materia con la que se pretendía imponer una determinada ideología, una cuadriculada y dogmática manera de pensar, pero permítanme que humildemente les replique diciendo que no es suficiente. Pensaba que, al fin, podíamos acabar con este tipo de materias, pero con la nueva materia que se plantean se abre una puerta para mantener el adoctrinamiento, además de que no es necesaria pues todo lo relativo a la Constitución española ya se imparte en las materias de Ciencias Sociales e Historia.
En definitiva, creo que los Gobiernos cometen un error al introducir en la enseñanza básica materias ajenas a las disciplinas humanísticas o científicas clásicas. Error que proviene de confundir la educación con la enseñanza (o instrucción). Nuestros jóvenes tienen más necesidad de lectura comprensiva, que les permitirá entender para reflexionar con posterioridad, que de tanta información coyuntural. Como contrapartida, las familias no deben esperar que los Colegios o Institutos realicen la tarea que a ellas les está asignada.  

*Artículo que publiqué en www.religionenlibertad.es el 21 de febrero de 2012.

miércoles, 13 de junio de 2012

Visiones de un joven reportero (12-06-2012)


Son las ocho y veinte de la mañana y ya todos los jóvenes estudiantes están en sus aulas. Estamos en un centro de enseñanza secundaria, como puede leerse en la placa de la entrada. Visto desde fuera, nadie adivinaría que sólo tiene ocho aulas. Pero es así, créanlo. Lo he podido comprobar en los diez minutos de que disponen los mil alumnos para entrar. El director, que hace las veces de ordenanza, ha tenido la gentileza de dejarme dar un paseo por su interior e, incluso, ha accedido a que pueda estar presente en alguna de las clases. Le he dicho que deseaba presenciar una clase de 1º ESO y, aunque ha hecho un gesto un poco raro, como queriendo decir “tú sabrás donde te metes”, no ha puesto ninguna pega. Le pregunto si me acompaña, pero se excusa diciéndome que tiene que controlar las cámaras de vigilancia. Me intereso por esas cámaras y me enseña doce pantallas. Ocho que proyectan el interior de las aulas, tres que visualizan los patios de recreo, otra para el Gimnasio y la última para la sala de profesores. Al preguntarle por la causa que obliga a tener una cámara en la sala de profesores, me responde que “pronto lo comprenderá”.
Se va haciendo el silencio en los pasillos, lo que aprovecho para recoger datos del centro. Dice que son diez profesores, a parte de él. En cuanto a las especialidades del profesorado, se limita a decir que son “interdisciplinares”. Intento sonsacarle algo más, pues aunque es muy amable es también muy escueto, y le pido que me concrete eso de interdisciplinar. A lo que contesta que son profesores que “sirven tanto para un roto como para un descosido”. Se ve que me he quedado con los ojos como platos y añade “no se impaciente, enseguida lo entenderá”. Parece que aquí se sigue la máxima aristotélica de ver es creer, por lo que  paso a interesarme por cosas menos evidentes. Y, para ganármelo, le pregunto de qué da clases. Responde que antes daba clases de matemáticas pero que ahora es también interdisciplinar, aunque se dedica preferentemente a la docencia de nuevas tecnologías. ¿Por ejemplo?, le pregunto. “Pues a visualizar estas cámaras, controlo también los timbres de entrada y salida, leo los e-mails que envía la Superdirección, además de quitar y poner la contraseña de alarma del centro. En fin, un nuevo tipo de docencia”; concluye.
Llegado a este punto me invita a pasar al aula de 1º ESO, me acompaña hasta ella y cierra la puerta con llave después de dejarme entrar. Se excusa de nuevo pues dice no poder dejar su docencia y no me da tiempo a despedirme. Entro en silencio en el aula y busco con la mirada al profesor; pero la mirada se me pierde en la inmensidad de un aula en la que más de ciento cincuenta chavales miran hacia tres pantallas grandes dispuestas en puntos estratégicos. Puesto que no logro ver a ningún profesor, me dirijo a un alumno para preguntarle qué están haciendo. Me dice que a primera hora toca clase de lengua, clase que imparte por videoconferencia un profesor de la capital. Le pregunto si siempre están tan atentos y me contesta que “es que hoy salimos nosotros al principio”. Sí, luego he sabido que antes de cada clase, la videoconferencia saca imágenes de algunos centros y hoy toca a este. Las imágenes han durado sólo unos segundos, los únicos en los que el alumnado ha permanecido en silencio. Después, como si hubieran despertado, algunos se han empezado a levantar y a sacar sus móviles. La voz del director, pidiendo orden y respeto para los que quieren trabajar, se oye por el altavoz. Imagino que está ejerciendo su docencia. Algunos chavales que quieren trabajar se han puesto a increpar a los revoltosos que han respondido con violencia verbal para pasar luego a tirar mesas y sillas. Busco con la mirada la cámara y pido con señales al director que abra la puerta, que quiero salirme, que esto puede resultar peligroso para un joven reportero.
Aparece al instante y me dice que le siga a la sala de televisores. Visualiza la sala de profesores y ordena a Fulanito que acuda al aula de 1º ESO; por la imagen puede verse que Fulanito parece no percatarse de la llamada. Después de mucho insistir, Fulanito responde por el micrófono que ya fue ayer, que vaya Menganita, quien pasa el testigo a otro profesor que parecía que iba a ausentarse de la sala,… En esos momentos es cuando empiezo a entender lo de la interdisciplinaridad, pues veo por la otra pantalla que en el aula de 1º ESO hay más de un roto y un descosido. Por fin toca el timbre de finalización de las clases, estas se abren automáticamente y los chavales acceden a los pasillos. Son cinco minutos, me dice el director. Y yo aprovecho para que me abra la puerta de salida. Me acompaña con la gentileza acostumbrada a lo largo de la visita y, como un lunático, me va repitiendo “teníamos que ahorrar, teníamos que ahorrar, teníamos que ahorrar,…” Y vaya que lo han hecho. 

domingo, 10 de junio de 2012

Proyecto ESTALMAT CLM (05-06-2012)

En el pasado mes de abril, la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, aprobaba el proyecto ESTALMAT para Castilla La Mancha. Un proyecto que pretende estimular el talento matemático entre los niños y niñas de nuestra Comunidad.


Este tipo de proyectos es ya una realidad en otras nueve comunidades y surgió por la iniciativa del profesor Miguel de Guzmán (UC, +2004), quien lo puso en marcha en Madrid en 1998.

No se trata de ningún concurso, competición o similar. Es un proyecto académico y, como tal, tiene su tiempo de enseñanza y aprendizaje. El comité docente encargado de esta tarea es dirigido por el profesor Sebastián Lajara (UCLM) y a él se suman más de una veintena de profesores que impartirán las clases en las sedes de Albacete y Ciudad Real, respectivamente. El objetivo de estas clases, que tienen lugar los sábados por la mañana, no es sólo avanzar en el desarrollo de los currículos matemáticos propios de la edad de los niños, sino desarrollar aspectos que habitualmente quedan fuera de las actuales programaciones y que, sin embargo, forman parte de la actividad matemática más genuina.

El proyecto pretende detectar niños y niñas de nuestra comunidad con aptitudes o talento para las matemáticas, estimularlos con habilidades especiales, prestarles atención para que rindan frutos excepcionales para el bien común de nuestra sociedad, acrecentar su afán de curiosidad, facilitar herramientas y recurso personales necesarios para que continúen aprendiendo y estudiando por sí mismos, así como dar una visión humanista de las matemáticas mediante charlas y lecturas de tipo histórico cultural.

Podría pensarse que es difícil encontrar niños y niñas dispuestos a dedicar tres horas del sábado a esta actividad, pero la prueba de selección del pasado sábado dice lo contrario. Más de ciento cincuenta niños y niñas fueron acompañados por sus familias a las pruebas que tuvieron lugar en las distintas capitales de nuestras provincias. Y habría que ver el entusiasmo con el que tanto ellos como sus padres mostraron en ese día. Por desgracia, sólo quince serán los seleccionados.

El proyecto está financiado, a nivel nacional, por VODAFONE España, aunque colaboran también otras instituciones como el Ministerio de Economía y Competitividad, la FECYT, el CSIC, …. Los empresarios de la FEDA, por ejemplo, otorgan becas para que los niños o niñas seleccionados de sus demarcaciones puedan desplazarse los sábados. Y, es que, en este tiempo, la idea de promover la excelencia para beneficio de todos está cada vez más extendida.

Por suerte, además de la Universidad de Castilla La Mancha, se cuenta con el apoyo de la Junta en la tarea de difusión y mentalización de la sociedad. Pero, evidentemente, lo esencial son los niños y niñas. Son ellos quienes, animados por sus padres y los profesores del ESTALMAT, dedicarán los sábados de un curso escolar a esta actividad formativa de la que se esperan grandes frutos para nuestra Comunidad.