sábado, 5 de noviembre de 2022

Cambio climático

 

 

El cambio climático obsesiona a los medios de comunicación y está en la boca de todos los que tienen algún poder o aspiran a poseerlo. Es la cantinela con la que acobardan a los tibios, como lo hicieran antaño los sacerdotes paganos con sus ignorantes correligionarios. Es evidente que está cambiando el clima, pero es un engaño atribuirlo a la humanidad. Aunque esto no quita que debamos ocuparnos con mayor responsabilidad del cuidado de la Creación.

Los que entienden el poder como algo para sí mismos y no como premisa para lograr el bien común, prefieren que el ciudadano medio se ocupe de cuestiones laterales y no profundice en lo esencial. Algo así como lo que decía Mafalda: “que ocupados en lo urgente, no tengan tiempo para ocuparse de lo importante”. Lo urgente es lo inmediato, desde el calor abrumador o el posible frío venidero, hasta las horas dedicadas a rellenar las solicitudes que sólo se pueden hacer por internet, que son cada vez más. Y mientras la gente anda ocupada en estas cosas, los que ostentan el poder se dedican a cambiar la sociedad dándole la vuelta como si fuera un calcetín. Sí, para ellos somos como calcetines. Se han propuesto introducir una ideología y lo van consiguiendo generación tras generación. Pocos se libran de ese engañoso concepto de autonomía personal absoluta o de libertad absoluta para hacer. Pocos se dan cuenta de que la Naturaleza tiene sus leyes, algo paradójico en un mundo que presume de su ciencia.

Lo importante, amigos y amigas, es el hombre (varón y mujer). Esto sí que debía ocupar nuestro tiempo. Porque se nos está imponiendo un nuevo paradigma de hombre que nada tiene que ver con su naturaleza. Y todo esto mediante leyes que conllevan penas de cárcel o multas. No se puede discrepar de la ideología dominante, es la nueva inquisición (o, mejor dicho, la inqueersición). O piensas como yo o te castigo; cierran el espacio para el diálogo, no hay posibilidad de encuentro.

Entre esas leyes, llama mi atención la futura ley trans. Una ley que perjudica de manera directa a la inocencia de los niños (que confunde la educación sentimental con una fría información sexual que incita a cambiar de sexo sin tener en cuenta las aberrantes consecuencias ya recogidas en los hospitales donde comenzaron, con un olvido total de la opinión de los profesionales de la salud y de la familia) y a la promoción de la mujer (pues el feminismo deriva hacia el lesbianismo y el transfeminismo, dejando de ser la mujer su objetivo). Pero que también pretende destruir la familia por medio de los comisarios políticos que se están incorporando en los centros educativos. “Maestra, mamá no piensa como tú”. “Pues habrá que denunciar a tu mamá”, responde el comisario o comisaria. ¿Les suena?

En efecto, hay problemas más importantes que el cambio climático y adláteres. Y uno de ellos es la ideología que pretende imponer el poder del Estado.