lunes, 28 de noviembre de 2011

Se buscan sabios (29-11-2011)

Presiento que en Educación volvemos a dar palos de ciego. Volvemos a dejarnos llevar por las prisas y la efectividad inmediata, Hubo un tiempo en el que, por el énfasis que se puso, parecía que debíamos enseñar a los jóvenes para ser dependientes de algún comercio. Ahora, en cambio, parece que el objetivo es que sean todos empresarios. Evidentemente, puestos a elegir, es preferible lo segundo a lo primero. Pero tan absurdo es pretender que todos sean empleados de ventanilla como que todos sean empresarios. Y me dirán que llevo las cosas a los extremos, pero se equivocan, el extremo es ser sabio. Ese sí que es un extremo. ¿Por qué no formar para que sean sabios? Esto sí que sería un reto. Porque los sabios no sobran, más bien escasean. Es claro que el objetivo de la Enseñanza Secundaria no es hacer del joven un verdadero sabio, pero sí el equiparle “con un conocimiento ordenado que le capacite para avanzar hacia la sabiduría en su etapa adulta”.


Dependientes de comercio, empresarios, emprendedores, y ¿por qué no, por ejemplo, gente que sepa hablar y escribir? Parece que esto sea menos efectivo, ¿verdad? Pero ¡es más fecundo! Además de que es más propio del nivel educativo de la secundaria, como imprescindible para el camino de la sabiduría. Tener palabras y saber expresarse, ¿les parece poco? Decía Aristóteles que todo es ver, pero poco pueden ver los que no tienen familiaridad con los libros, los que no han tenido que escribir y buscar las palabras con las que explicarse.


José Manuel Mora Fandos, en su excelente ensayo Leer o no leer, pone un ejemplo al respecto que tiene que ver con el cuadro Lavabo y espejo de nuestro genial Antonio López. Ante el cuadro, le pregunta a un estudiante:¿qué ves? El estudiante responde: ¡un lavabo! Vale, un lavabo –le responde José Manuel Mora-, pero ¿ves algo más? (…) No creo necesario decirles que el alumno no es capaz de decir mucho más. Y Mora concluye: “Es difícil ver más que un espejo, un lavabo, una brocha, …. si no se lee. Leemos Nada de Carmen Laforet, y luego contemplamos el cuadro. Ahora vemos más”. Así es, “hemos despalabrado nuestros ojos, y por eso vemos cada vez menos”.


Y siguiendo con los ejemplos, ¿por qué no poner énfasis en enseñar a pensar, ¿por qué no preparar pensadores en lugar de empresarios? ¿Saben nuestros gobernantes que los máster de dirección de empresas seleccionan preferentemente a graduados en Filosofía?


No sé a ustedes, pero me da la impresión de que los que dirigen la Educación –tanto los de hoy como los de antes- confunden la escuela con una empresa. Que se mueven con parámetros inmediatos de efectividad y productividad. Pero la sabiduría nada sabe de esto. Necesita tiempo para madurar las ideas, los conceptos, las palabras. Necesita dejarse reposar. Hay que dar tiempo para el asombro. La Educación no puede evaluarse como una fábrica de tornillos o como una granja de gallinas. La Educación no responde a las leyes de la Economía, y la Educación Secundaria no está al servicio de lo inmediato. ¿Lo saben?


No saldremos de las cifras del paro porque intentemos convertir en empresarios a nuestros jóvenes. Sí lo haremos, en cambio, si nos empeñamos en conseguir que sean sabios, que es mucho más. De entre los sabios saldrán los empresarios y también los dirigentes que no teman proponer al pueblo el ideal de la sabiduría.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Las hojas secas (22-11-2011)

Hay días de otoño en los que, por la cantidad de hojas secas esparcidas por el suelo, parece que ya hayan caído todas, que no pueden caer más. Eso pensaba esta mañana cuando me dirigía al trabajo. Y, sin embargo, escribo convencido de que mañana será igual. Deberá pasar el otoño para que las hojas secas dejen de ser nuestros primeros testigos del día. Como deberá pasar el invierno para que aparezcan los primeros brotes verdes. Y no llegarán estos hasta llegado su tiempo. De tal modo que aquellos que, por diversas causas, se adelanten están destinados a perecer. Como perecieron, si los hubo, aquellos brotes verdes que repetidamente anunciaba Zapatero. A igual que quedará en nada la previsión que la ministra Salgado se atrevió a hacer la semana pasada.


Tras el cambio de Gobierno, obligado por el resultado de las elecciones del domingo, es opinión común que el traspaso de poderes debe hacerse en el menor tiempo posible. Hecho este que permitirá al nuevo Gobierno anunciar de inmediato las medidas que va a tomar para ganar la credibilidad de sus socios europeos. Un anuncio que debería darse antes incluso de la investidura del nuevo presidente.


Pero es evidente que esto no basta pues, como señala el catedrático Santiago Carbó (Cinco días, 21.XI.2011), hay otro reto del que se habla menos pero tan urgente como el primero. Y este reto no es otro que el de la deuda privada; esto es, las enormes dificultades que tienen los hogares y las empresas para reducir su propia deuda. Un reto “nada trivial –dirá Carbó- porque ese endeudamiento privado, en un contexto de elevado desempleo, hace difícil reactivar el consumo y está reduciendo la propensión a ahorrar”.


No sé si estamos en el otoño o en el invierno de la economía, pero lo que tengo claro es que su primavera tardará en llegar. Y que, mientras llega, no podernos cruzarnos de brazos y sentarnos a esperar. Desde Europa se nos está pidiendo, de manera más explícita en esta última semana, que colaboremos en nuestra recuperación. Algo así como lo que decía Tom Cruise en una de sus películas: “ayúdame a ayudarte”. Y en esa ayuda que se nos pide es clave la austeridad. Como lo es la colaboración de todos, palabra –todos- que Mariano Rajoi repitió varias veces en su primer discurso de la noche del domingo. Sin descartar la financiación internacional en caso de que persistan los problemas de liquidez.


Ahora bien, con una mayoría absoluta y ante un horizonte tan negro, quizás la austeridad deba sopesar también la posibilidad de grandes decisiones. Esto es, más que quedarnos en pequeños y numerosos recortes habría que afrontar pocos y grandes. Y en esta línea habría que pensar en la dilapidación que llevan a cabo las autonomías; algunas hasta con embajadas propias. Así como la posibilidad de devolver al Gobierno central algunas de las competencias ya transferidas, como la sanidad y la educación, si no otras. Y en un mundo en el que se habla tanto de productividad también sería conveniente analizar la productividad de aquellos bancos que fueron insuflados de dinero público. Así como revocar el blindaje escandaloso de algunos de sus directivos.


La última hoja seca no anuncia la llegada de la primavera, pero sí el comienzo de una nueva etapa.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Citas (8-11-2011)

Aparte de las cuestiones profesionales y familiares, este fin de semana he dedicado el tiempo a cosas políticamente incorrectas. Y, como consecuencia, me siento ahora ante el ordenador sin un tema concreto que pueda interesar a la mayoría. Repaso entre las fichas sacadas por ver si se puede aprovechar algo.


Hay una sobre la Jornada de Asís del pasado 27 de octubre que recoge las siguientes palabras del Papa Benedicto XVI: “el objetivo se ha logrado, pues esta peregrinación ha sido expresión de que la dimensión espiritual es un elemento clave para la construcción de la paz”. Desde luego que esta frase es sustanciosa, pero no está mi mente con ánimo para desarrollarla ahora.


En otra ficha, leo las palabras que Benedicto XI dirige al embajador de Brasil: “Es necesario reafirmar que la educación de una confesión religiosa en las escuelas públicas, lejos de significar que el Estado asume o impone una creencia religiosa particular, indica el reconocimiento de la religión como un valor necesario para la formación de la persona, y además de no perjudicar la laicidad del Estado, garantiza el derecho de los padres a elegir la educación de los padres a elegir la educación de sus hijos, contribuyendo así a promover el bien común”. Desde luego que el contenido de la ficha es, además de sustancioso, concreto, pero como da para desarrollar todo un artículo la dejo para otro momento.


Y en la misma línea educativa, paso a otra ficha, esta vez son palabras del cardenal Newman, que recuerda la importancia del estudio y el silencio; copio: “las verdades morales son adquiridas por el estudio paciente, por la reflexión tranquila, como el silencioso caer del rocío, y no se aclaran en una discusión de una hora”. Saboreo la frase “como el silencioso caer del rocío” que no sólo da para un artículo sino también para una charla de una hora y, por tanto, querido lector, la aparto para otro momento.


Se esconde detrás de ella otra ficha del cardenal Newman en la que, comentando algunas expresiones de san Atanasio, dice: "algunas de sus afirmaciones ofendieron a ciertas mentes; sin embargo, ¿no existe el gran peligro de tolerar la falsa libertad de la época, la cual nos quiere hacer creer que las diferencias de opinión no conllevan mayores consecuencias?” Estoy seguro de que usted, querido lector, ve en el párrafo anterior lo mismo que yo, pero evidentemente no es ahora el momento de desarrollarla, dispongo de veinte minutos y queda poco para acabar el artículo.


Tomo otra ficha, esta es del profesor Tomás Prieto (sacada de su libro Libertad religiosa y espacios públicos), la copio: “en el fondo, una laicidad que no esté al servicio de la libertad religiosa es tanto como imponer un nuevo confesionalismo estatal, sólo que de signo opuesto al anterior”. Que no comento porque ya llegará el día en el que trate la libertad religiosa.


Por último, ya que veo que el espacio y el tiempo “fugit”, leo la ficha que he tomado del Lolo (beato Manuel González Garrido, escritor y periodista muerto en 1971). La había archivado en la M, la M de muerte, y dice así: “¡Oh, Señor…! Ponme Tú la imagen luminosa de la muerte entre las sienes como un tizón ardiendo. (…) y todo mi interior suene a bronce de campanas. Dame la fuerza y el valor para mirar cara a cara a la muerte y no tenga que cerrar, temblorosamente, mis ojos, que la mire y huela a rosas, note luces, palpe, en fin, las alegrías. Allí, Tú, adelantándote ya en el camino, en dulce impaciencia, como el enviado más maravilloso”. Y, sin advertirlo, he escrito algo sobre la muerte, en este mes de noviembre que comienza con su recuerdo. Y, a la vez, ¡eureka!, he escrito el artículo. Citas, citas y citas políticamente incorrectas que superan a tantas palabras, tantas, con las que las noticias nos han bombardeado en este fin de semana. Sí, es verdad, no he perdido el tiempo viendo el debate de televisión entre Alfredo y Mariano. Ahora bien, ¿quieren que se lo cuente? ¿Quieren que les diga quién ha ganado? No se preocupe, en el periódico que usted compra habitualmente hoy pondrá que ha ganado el que usted deseaba.