Estimado Simón, cuando uno se aproxima al límite de su edad
laboral, que no sabe si alcanzará (recuerda el problema del “ratón glotón y
confiado” que os ponía en 2º de BUP), le da por pensar en sus años de docencia,
en el empleo del propio tiempo, en la posibilidad de haber hecho más o haberlo
hecho de otro modo. Y hoy mismo, antes de recibir tu carta, me hacía la
siguiente consideración: he dedicado mucho tiempo a confeccionar “apuntes” para
el alumnado, incluso he escrito algunos libros; he rehecho mil veces las
programaciones para adaptar sus contenidos a la más de media docena de sistemas
educativos que he conocido; he construido tablas y hojas Excel para evaluar
estándares y anotar las ausencias del alumnado; he asistido a numerosas charlas
que se anunciaban como necesarias para saber enseñar; he participado en grupos
de trabajo y seminarios; ….; en definitiva, he tenido una actividad plena
realizando “deberes”, pero ¿cuánto tiempo he dedicado al estudio?
Fíjate,
Simón, que me planteo algo análogo a lo que repito incansablemente al alumnado:
no confundáis el “hacer deberes” con el estudio. Y, es que, en general, el
alumnado viene sabiendo hacer deberes o, más bien, sabiendo que tiene que hacer
deberes. Pero confunde el hacer deberes con el estudio, cree (es una creencia
extendida) que basta con hacer deberes y no es consciente de que éstos son una
parte de su trabajo pero no todo, que los deberes están enfocados al estudio y
que, sin él, no sirven de mucho. Con esta creencia se han formado muchos
alumnos (capaces de actividad), resultando muy pocos estudiantes (capaces de
pensar, relacionar, tener ideas). Quizás, por esto me cuesta llamarles
estudiantes y prefiero llamarles alumnos.
Sería
bueno que nosotros, los profesores, dedicáramos más tiempo a enseñar a estudiar
a los alumnos. No me refiero a los métodos estándar de estudio, sino a
enseñarles a estudiar la propia materia, la nuestra, la que les enseñamos. ¿Te
acuerdas cuando os decía que las matemáticas se estudian con lápiz y papel en
el silencio? Pues algo así, por ahí se
empieza.
Enseñanza
y aprendizaje, me gustan esos dos vocablos. Si les enseñáramos a estudiar, les
resultaría más fácil el aprendizaje.
Te
dejo, Simón, que tengo que actualizar el tema 6 de agrónomos, el de la
diagonalización de matrices y endomorfismos. Da recuerdos a los otros del
departamento, en especial a Judas Tadeo, que es capaz de enseñar cualquier
cosa. Un abrazo.
PD.: Hoy celebramos la fiesta de San Simón Cananeo y San Judas Tadeo, apóstoles.
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