martes, 4 de mayo de 2010

Zapabel (04-05-2010)

Zapabel

Se lee en el Génesis que, después del Diluvio, “toda la tierra tenía una misma lengua y usaba las mismas palabras”. Situación que llevó a los hombres a edificar “una ciudad y una torre cuya cúspide” llegara hasta el cielo. Y dijeron: “hagámonos así famosos y no estemos más dispersos sobre la faz de la tierra”. Y ya saben ustedes, que tienen la suerte de no haber estudiado la ESO, lo que siguió, cómo Yavé confundió su lenguaje para que no entendiéndose los unos con los otros desistieran de su empeño y se dispersaran por la superficie de la tierra. Porque sabía que el principio por el que los hombres podrían conseguir sus empresas era hablar “una misma lengua”.

En España también hay una lengua que une a los hombres y mujeres de todos los pueblos: el español o castellano. Una lengua que podría permitirles conseguir todo lo que se propusieran. En especial, la unidad en la convivencia. Pero, como es lógico, los independentistas son contrarios a estos planes de unidad. Están por la separación y, para ello, saben que la primera medida es, igual que hace miles de años, confundir el lenguaje. Confusión que lleva a la confrontación de la que se sigue la separación.

La evidencia de la estrategia es elemental. Como contundente debía haber sido la respuesta a la propuesta que perseguía autorizar el uso en el Senado de los otros idiomas del país. Y que, sin embargo, ha obtenido la mayoría necesaria. Podría pensarse que los votos necesarios se han alcanzado porque los independentistas son mayoría, pero no es así, sino que su aprobación se debe a los votos del PSOE que además de secundarla se ha felicitado por su logro. Ahí tienen la foto de Leire Pajín sujetando con su mano izquierda la mandíbula batiente del ponente catalán.

Otra pifia del PSOE, quizás para seguir manteniendo el humo que impida hablar de la mayor crisis económica por la que pasa España desde la transición, quizás para mantener la alianza del PSC, quizás … ¿Qué más dan las razones para tal confusión? Lo cierto es que esta medida es el comienzo de la dispersión de los españoles. No es la primera en esta línea de actuaciones de confrontación y separación perpetradas desde la lengua, pero es la más notoria por asentarse en el núcleo mismo de un organismo democrático nacional como es el Senado. Después vendrá el Congreso.

Pero, ¿qué se puede esperar de un presidente que en seis años todavía no es capaz de hablar o entender el inglés? ¿Qué se puede esperar de un presidente que entiende la tensión y la confrontación como forma de gobierno? La torre de Zapabel parece deslumbrante, “hagámonos así famosos”, se dijo. Pero Zapabel es dispersión y el primer paso oficial está dado.

Fins al proper dimarts, amics. Lo que en traducción simultánea es: hasta el próximo martes, amigos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario