viernes, 13 de agosto de 2010

Año dos mil y pico (10-08-2010)

Año dos mil y pico

Ya no se recuerdan las huelgas de los controladores aéreos, ni los mortales accidentes de la aviación civil; las mareas negras causadas por el hundimiento de barcos petroleros son ya cosa de la historia, ni siquiera se tiene memoria del tiempo en el que el petróleo fue la materia prima por excelencia. Una nueva energía, natural toda ella, mueve a los seres humanos sobre el planeta y realiza los transportes comerciales. La ingravidez del espacio ha sido trasladada localmente a la Tierra. Una partición del macrocosmos realizada a base de entornos ha sido aplicada puntualmente sobre la superficie terrestre dejando invariantes las geodésicas y, con ellas, el camino más corto para trasladarse sin necesidad de energía. El macrocosmos ha sido copiado en un microcosmos que se extiende de norte a sur, de este a oeste. Los matemáticos demostraron su posibilidad, los físicos ajustaron las constantes y los ingenieros lo hicieron posible. De esta forma, la Naturaleza ha sido dominada y nada hace mención al peligro climatológico temido por los hombres de comienzos del siglo XXI. De hecho, aquellos siglos que lo continuaron son considerados ahora como una segunda Edad Media.

La humanidad goza de bienestar material y la salud psicológica se ha logrado evitando las posibles comparaciones entre los hombres. Todos visten igual, todos poseen los mejores medios de transporte, todos tienen las mismas casas con idénticos jardines y comodidades. No hay mendigos en las calles, no hay dolor ni sufrimiento en los rostros que nos rodean. La enfermedad ha sido aislada como aislados han sido sus protagonistas. Un chip prodigioso, insertado en el cuerpo humano en su nacimiento, pone fin a la vida cuando su análisis diagnostica que todavía no hay remedio para la enfermedad en cuestión. Nadie sufre por los que sufren porque estos ya no existen. Nadie tiene que preocuparse de los demás porque todas las necesidades están satisfechas. La palabra amor ha desaparecido.

Para evitar contagios no hay relaciones sexuales entre cuerpos. La cibernética suple las pasiones y los tubos de ensayo de los grandes bancos embrionarios son los encargados de aportar las criaturas necesarias para preservar el bienestar. Hay un número fijo de habitantes y sólo cuando alguno desaparece se ponen en marcha los mecanismos de procreación artificial cuyo único objetivo es mantener constante el citado número. Todo está controlado, lo que obligó en un tiempo a determinar las acciones que podían realizar los habitantes del planeta. No trabajan, se entretienen con muchas cosas que les mantiene ilusionados.

La familia es, por tanto, un concepto anticuado. La humanidad es hoy una gran amalgama de hombres y mujeres, niños y menos jóvenes, que habitan lugares comunes. Que se relacionan sin ninguna discriminación de afectos o intereses. La memoria del pasado ha sido sustituida por la acción inmediata. Cada generación olvida lo que aprendió la anterior porque carece de utilidad. Un futuro conocido y monótono suple las inseguridades que producía su desconocimiento. Se desconocen las palabras fe y esperanza.

La religión, tal como era concebida hasta aquella segunda Edad Media, ha desaparecido. No hay nada que una al hombre con Dios, porque este no existe. La religión ahora es un re-ligare a los hombres que dirigen los designios del planeta. Hombres y mujeres que han hecho posible el bienestar alcanzado y que se perpetúan en sus hijos, pues son los únicos que tienen derecho a una procreación no artificial. Porque para que todos fueran iguales algunos tenían que ser diferentes. Pero no son causa de envidia porque pasan por la vida como desconocidos.

El bienestar ha sido conseguido a base de ceder en los principios, a costa de alterar la propia naturaleza, su único precio ha sido el de la libertad individual. Casi nada.

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