sábado, 13 de junio de 2020

Mientras tengamos libertad

La crisis del 2008 revalorizó la institución familiar. A su alrededor se atrincheraron los más necesitados. Los hijos vivieron de los padres, los nieto de sus abuelos. Y, en muchos casos, tanto los unos como los otros tuvieron que aliviar su penuria acudiendo a amigos, vecinos o instituciones benefactoras. Doce años después, una crisis de salud pública ha sacudido nuestra endeble estructura laboral y social propiciando otra económica, sufrida ya por muchos. Al dolor por la enfermedad y muerte de seres queridos le sigue el paro y sus consecuencias.
Entre ambas se da, al menos, una semejanza y una diferencia. Se asemejan en que fueron negadas por el Gobierno de turno. Ya porque no las vieron venir o porque convenía negar lo que se avecinaba: ¿error o falta de transparencia?
La diferencia consiste en que si en la primera el Gobierno estaba en sus cosas (su famoso Plan E), ahora no, más bien lo contrario. En ésta, el Gobierno se muestra como poder absoluto. Hasta el punto de cortar y obstruir cualquier iniciativa personal. Requisaba los test adquiridos por empresarios para sus trabajadores, requisaba mascarillas, cerraba los laboratorios privados de análisis de sangre, … Decía hacer test que no hacía, repartía mascarillas que no servían, … Compraba fuera de España material inseguro, mientras que la empresas españolas homologadas se veían obligadas a exportar ese mismo material a países vecinos.
Sin embargo, a la gestión personal no le faltaban manos y conseguía los respiradores que no obtenía el Gobierno, las mascarillas que no llegaban, los test … Manos que siguen alimentando a miles de personas que la crisis económica ahoga ya. Hay consenso en aceptar que estamos saliendo de la crisis sanitaria gracias a la entrega de los propios profesionales de la salud, y que sus consecuencias han sido desinfladas por el trabajo de chóferes, empleados de supermercado, ingenieros, agricultores, ganaderos, así como por la iniciativa privada de grupos de profesionales o amigos y  empresarios comprometidos. La económica ya se verá.
        Por ello y a la vista del intento del Gobierno por ahogar las iniciativas personales haciéndonoslas pasar canutas con sus indicaciones contradictorias y sus timoratas medidas económicas, mi consideración es: mientras que tengamos libertad personal podremos salvar lo que nos rodea. Si dejamos nuestra libertad en manos del Gobierno, cuyo poder puede llegar a ser tan grande como su ignorancia, pronto seremos esclavos. 

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