El cambio climático obsesiona a los medios de
comunicación y está en la boca de todos los que tienen algún poder o aspiran a
poseerlo. Es la cantinela con la que acobardan a los tibios, como lo hicieran
antaño los sacerdotes paganos con sus ignorantes correligionarios. Es evidente
que está cambiando el clima, pero es un engaño atribuirlo a la humanidad.
Aunque esto no quita que debamos ocuparnos con mayor responsabilidad del cuidado
de la Creación.
Los que entienden el poder como algo para sí mismos y
no como premisa para lograr el bien común, prefieren que el ciudadano medio se
ocupe de cuestiones laterales y no profundice en lo esencial. Algo así como lo
que decía Mafalda: “que ocupados en lo urgente, no tengan tiempo para ocuparse
de lo importante”. Lo urgente es lo inmediato, desde el calor abrumador o el
posible frío venidero, hasta las horas dedicadas a rellenar las solicitudes que
sólo se pueden hacer por internet, que son cada vez más. Y mientras la gente
anda ocupada en estas cosas, los que ostentan el poder se dedican a cambiar la
sociedad dándole la vuelta como si fuera un calcetín. Sí, para ellos somos como
calcetines. Se han propuesto introducir una ideología y lo van consiguiendo
generación tras generación. Pocos se libran de ese engañoso concepto de
autonomía personal absoluta o de libertad absoluta para hacer. Pocos se dan
cuenta de que la Naturaleza tiene sus leyes, algo paradójico en un mundo que
presume de su ciencia.
Lo importante, amigos y amigas, es el hombre (varón y
mujer). Esto sí que debía ocupar nuestro tiempo. Porque se nos está imponiendo
un nuevo paradigma de hombre que nada tiene que ver con su naturaleza. Y todo
esto mediante leyes que conllevan penas de cárcel o multas. No se puede discrepar
de la ideología dominante, es la nueva inquisición (o, mejor dicho, la inqueersición).
O piensas como yo o te castigo; cierran el espacio para el diálogo, no hay
posibilidad de encuentro.
Entre esas leyes, llama mi atención la futura ley
trans. Una ley que perjudica de manera directa a la inocencia de los niños (que
confunde la educación sentimental con una fría información sexual que incita a
cambiar de sexo sin tener en cuenta las aberrantes consecuencias ya recogidas
en los hospitales donde comenzaron, con un olvido total de la opinión de los
profesionales de la salud y de la familia) y a la promoción de la mujer (pues
el feminismo deriva hacia el lesbianismo y el transfeminismo, dejando de ser la
mujer su objetivo). Pero que también pretende destruir la familia por medio de
los comisarios políticos que se están incorporando en los centros educativos.
“Maestra, mamá no piensa como tú”. “Pues habrá que denunciar a tu mamá”,
responde el comisario o comisaria. ¿Les suena?
En efecto, hay problemas más importantes que el cambio
climático y adláteres. Y uno de ellos es la ideología que pretende imponer el
poder del Estado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario