jueves, 18 de febrero de 2010

Los pactos para después de las elecciones, no antes (16-02-2010)

Los pactos para después de las elecciones, no antes

En el programa de televisión que se emite al fondo de la cafetería donde escribo, se debate la situación de Grecia con referencia continua a la crisis española. Los tertuliantes, que hablan de la necesidad de un pacto, cargan las tintas contra la oposición sumándose al juicio de la Pajín que afirma que ésta no quiere arrimar el hombro. Es uno de tantos debates económicos con los que se quiere apalancar a un Gobierno que convirtió su promesa electoral de pleno empleo en todo lo contrario. Los trabajadores de la construcción que llenan la mesa del lado consideran que el debate es un rollo y pasan a conversar sobre los sueldos, para acabar hablando del Barcelona y el Madrid.

Pensaba escribir sobre otro tema, pero las circunstancias en las que lo hago me obligan a cambiarlo. Escribiré sobre el pacto que se plantea para salvar a España, aunque más me parece una llamada de auxilio para salvar al Gobierno. Hablan de un pacto con la oposición a la que habían aislado con un cordón sanitario, pero lo que solicitan es un cheque en blanco para seguir con su política. Justifican la dificultad para conseguirlo diciendo que tal pacto no puede dejar a un lado las ideas del que gobierna, cuando han sido precisamente éstas las que nos han llevado al huerto.

Lo que nadie dice es que arrimar el hombro para hacer lo que el Gobierno quiere es ir al hoyo junto a este, pues es claro que no sabe qué hacer ante una crisis que, ni siquiera, vió venir. Ya sabemos lo que significa un pacto para Zapatero, es algo que si no se concreta con rigor será utilizado por éste para su propio interés electoral. Argumento que también utiliza el Gobierno contra la oposición. Por eso, a estas alturas, no creo en pactos sino en unas nuevas elecciones.

Si los socialistas estuvieran tan preocupados por España, lo que tendrían que hacer es convocar elecciones. Esto es, demostrar con hechos sus loables intenciones por España. Si las ganan, nadie dudaría que el papel de la oposición debiera ser el de colaborar. Y, recíprocamente, si las pierden, deberían apoyar al que gane.

Ya que el Gobierno no está dispuesto a adoptar todas las propuestas de la oposición, debiera dar la oportunidad al pueblo para que elija entre los gestores actuales o unos nuevos con planes y proyectos más eficaces. De hecho, la oposición ya demostró su capacidad para salvar situaciones difíciles. Si el Estado fuera una empresa privada, a Zapatero ya le hubieran puesto de patitas en la calle. Pero esto es una cuestión pública que no puede ser resuelta sin la opinión del pueblo. Por eso me parece lamentable el diálogo de sordos que se ha creado en torno al pacto, sin escuchar al pueblo que es el que realmente sufre las consecuencias del mal gobierno.

Conociendo a Zapatero, este pacto me suena a la fábula de la tortuga y el escorpión. La oposición, evidentemente, es la tortuga. Cuando el escorpión, colocado en el caparazón de la tortuga, consiga cruzar el río y alcanzar la otra orilla, no dudará en pinchar con su aguijón, pues esto es lo único que sabe hacer. Así actúa Zapatero, como el escorpión. Por eso es lógico que la oposición dude en prestarle ayuda para cruzar el río turbulento de esta crisis.

No hay comentarios:

Publicar un comentario