jueves, 22 de septiembre de 2011

Comienzo de curso (20-09-2011)

La semana pasada comenzó el nuevo curso académico. Universidad, Institutos y Colegios fueron noticia en la calle y en los medios de comunicación no tanto por el hecho de comenzar sino por el modo en que han comenzado. A pesar del recorte de profesores asociados en la Universidad, lo que más ha trascendido son las medidas que tienen que ver con la enseñanza Primaria y Secundaria. Siendo esta última la que más removido tiene el patio. Algo que intento entender. Pero, ya digo, sólo lo intento. Como una reflexión en voz alta, eso hago. Arriesgando incluso que, como funcionario de esta administración, se me eche en cara que soy juez y parte a la vez. Pero este riesgo lo asumo cada vez que escribo y no depende de mí, sino de los prejuicios del lector. Como también asumo mis prejuicios contra este movimiento asambleario con el que los sindicatos, y los oponentes al PP, quieren movilizar a los docentes después de que en otro tiempo, no tan lejano, permanecieran en sus sedes ante la bajada del sueldo de estos. Desde la imposición de la LOGSE, la ley de Educación más nefasta que ha contemplado España, no recuerdo tanto movimiento reivindicativo en Educación, salvo si nos remontamos al curso 1976-1977, pero ya queda lejos. Aquella movida contra la LOGSE, que desde el punto de vista educativo estaba mucho más justificada que esta, no sirvió de nada, los sindicatos nos dejaron vendidos. Lo que me hace desconfiar de lo que ahora sucede o sucederá.

Es evidente que en lo que concierne a la organización de los centros el curso no ha comenzado con normalidad. El 31 de agosto y con motivo de la mala situación económica y financiera por la que atraviesa nuestra Comunidad, María Dolores de Cospedal anunció ante los medios de comunicación la subida del número de períodos lectivos del profesorado, pero dicha medida –que conllevaba un recorte de profesorado y consecuentes cambios de organización en los centros- no fue comunicada a los equipos directivos de Albacete hasta el 9 de septiembre, cinco días antes del comienzo de curso, con sólo dos días hábiles por medio. Haciéndose oficial mediante un decreto con un único artículo, fechado el 15 de septiembre. Algo a que nos tiene acostumbrados la administración, pues ya en el curso 2008-2009 la orden de funcionamiento fue publicada el 25 de septiembre.


Fueron nueve días de rumorología. Muchos se preguntaban si la medida entraría en vigor en el actual curso, otros –como yo- pensaban que sería efectiva en el curso 2012-2013 pues la organización del nuevo curso estaba bastante perfilada y su comienzo era inminente. Se hacía extraño pensar que todo el trabajo realizado en julio se fuera al traste, además de la dificultad añadida de realizar dicho trabajo en sólo unos días, salvo que el comienzo de curso se retrasara. No obstante, los sindicatos y algunos partidos que tienen orejas en todas partes decían lo contrario. Empezó entonces un ping-pong de rumores que hacía difícil trabajar con normalidad. Que si me han dicho que, que si Fulanito que ha sido X dice, … Rumores que llenaban de desasosiego el ánimo del profesorado, no tanto por el aumento de las dos horas como por la incertidumbre familiar y profesional que implicaban. Nos preguntábamos: todo este trabajo que estamos haciendo, ¿servirá para algo?, ¿lo respetarán?


Ahora ya lo sabemos. El trabajo de planificación del nuevo curso, que empieza en febrero, continúa en julio y acaba en septiembre, no ha sido respetado. La planificación ha sido sustituida por la precipitación y ya saben lo que puede pasar si esto sucede, como ha sucedido. Ahora bien, la situación profesional y familiar del profesorado funcionario ha sido respetada. Queda también el aumento de dos horas, que se dice que es transitorio, y una oferta menor de interinidades. Y este último es el clavo ardiente al que se cogen los sindicatos y demás opositores del PP que para nada tienen en cuenta la grave situación económica. Aunque su discurso sea otro. Intentando hacer ver que separan política de profesionalidad, prefieren hablar de la pérdida de la calidad de la enseñanza que conllevará la medida. E, incluso, están movilizándose por medidas posteriores que la mayoría desconocemos.


Por mi parte, veo tres cuestiones. Primeramente, el aumento de las dos horas. Una medida a la que pocos se niegan si esa es la manera de salvar nuestra menoscabada economía. Pero que no entenderíamos si no se tocan otros bolsillos y prebendas. Además de que ha servido para denostar al profesorado público presentando a este como un colectivo que trabaja poco y cobra mucho. Me suena a lo de los controladores aéreos. Es lógico que el ánimo del profesorado, ya tocado por la mala educación de muchos estudiantes, esté por los suelos. En segundo lugar, hemos de esperar una reestructuración de las plantillas. Algo que juega con la vida de muchos. Y, finalmente, si tenemos en cuenta que el número de interinos que queda sin oferta de trabajo es menor del que se pensaba, ¿cómo cuadra esto en las cuentas de la Administración? Además de que no parece que la mejor medida de crear empleo sea destruir el que hay.


Lamento que una vez más parezca que la educación sea la cenicienta de la casa. Por el momento, me atengo a la consideración profesional de un recorte exigido por la precaria situación económica. Pero me reservo, en lo que continuará, el derecho de combatir lo que no proceda. También en la calle, también.

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