lunes, 5 de septiembre de 2011

Intervenidos (06-09-2011)

Es bien sabido que España está intervenida de hecho, aunque no de derecho. Subsistimos gracias al BCE que, como es lógico, impone sus medidas. Sería absurdo que invirtiera en España sin intentar imponer unas reformas de las que pueda beneficiarse. En la mentalidad económica no cabe dar algo sin nada a cambio. Los españoles pueden pensar que se pierde soberanía, y es verdad. Pero también tendrán que evaluar si prefieren la soberanía a la banca rota. El dilema de siempre: “barcos con honra u honra sin barcos”. Y cinco millones de parados no están para dilemas.


La gran mentira es decir que con estas medidas se pierde el estado de bienestar. O, más aún, que se hipoteca para siempre el estado de bienestar. ¿Qué es “para siempre” en la historia? Una forma de decir “muchos años” y nada más. Ciertamente, provoca frustración volver atrás, perder lo conseguido con los años, dejar a nuestros hijos una situación más complicada que aquella con la que se encontró nuestra generación. Pero no son estas medidas las que hundirán el estado de bienestar, porque en España el estado de bienestar lleva ya años hundiéndose. Congelación de pensiones, bajada de sueldo a los funcionarios, subida del IVA, supresión del cheque-bebé, … Y CÁRITAS, y otras organizaciones semejantes, funcionando a todo trapo.


Así que, ¿de qué estado de bienestar hablan? ¡Si ya se lo han cargado! Y, si queda algo, acabará por desaparecer en caso de que no se tomen esas medidas que, muy que nos pese, vienen de fuera. Pero, digo yo, que de algún sitio tendrían que venir, ya que en España no hay un Gobierno capaz de imaginarlas. O, al menos, de tomarlas en el tiempo oportuno. Aunque, claro, ¿cómo iba a tomarlas un Gobierno que preveía sólo una desaceleración adornada de brotes verdes?


Tiene gracia, por decir algo, que ahora venga Rubalcaba con recetas para la salvación. Él, que tanto ha tenido que ver con este hundimiento. Y lo mismo sucede con esos sindicatos que, en cuatro años de progresivo descalabro, sólo fueron capaces de organizar una huelga y casi a la fuerza, como por vergüenza torera. Han sido los mejores aliados del Gobierno durante años, pidiendo que confiáramos en este. Y, lejos de plantarle cara, echaban la culpa a la oposición y a los empresarios. A una oposición que, desde el principio, se le impuso un cordón sanitario con el que silenciar su opinión y sus distintos planteamientos. Pero, claro, ahora resulta que se van a eliminar liberados, 500 en Castilla-La Mancha, y esto les duele. Además de que suena fuertemente en la opinión pública que tendrán que pensar en ser autosuficientes económicamente, que tendrán que vivir de sus afiliados, y esto les duele más.


Ahora, de repente, de manera súbita, hay que manifestarse en la calle. Hay que armarla. Hay que impedir que los gobiernos autonómicos puedan tomar las medidas necesarias para su saneamiento. Y todo, como preámbulo de las manifestaciones que organizarán si el gobierno de la Nación es conquistado democráticamente por los populares. Se les ve el plumero. Han mantenido a Zapatero durante casi siete años y no han dado a Cospedal ni cien días, menos aún a Rajoy al que ya intentan torpedear sin ni siquiera haber alcanzado la presidencia.


Cada día me fio menos de esa izquierda rancia, pura demagogia, incapaz de construir y cómplice de este descalabro.

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