miércoles, 15 de febrero de 2012

El nuevo sistema educativo a vuelapluma (14-02-2012)

Siempre he pensado que la EGB y el BUP no eran una maravilla, pero comparados con la LOGSE y la actual LOE aquello se me figura como algo ideal que hay que recuperar. Y ahora que el Gobierno está hablando de una nueva Ley de Educación creo que es el momento de hacerlo.


Sin embargo, ante el desarrollo de los actuales acontecimientos y por lo que se oye o lee en los medios de comunicación, mi temor recae en que se trate tan solo de una reforma y no de una nueva Ley de Educación que traiga consigo no sólo un cambio de la estructura del sistema educativo sino también un cambio de su filosofía. Han sido más de veinte años repitiendo los mismos dogmas (inclusión, constructivismo, igualar por abajo, democracia en el aula, aprender jugando, …) y algo va a quedar, los tics no se desvanecen fácilmente.


Se está hablando mucho del tercer curso de Bachillerato, cuando en otro tiempo a estos tres se sumaba un curso de orientación universitaria (COU), por no hablar de los tiempos en los que hubo seis, además del PREU o COU. Esto es, tampoco es tanto lo que se pretende. Y aunque algunos critiquen que es empezar la casa por el tejado, quiero ver en este argumento la razón para mover hasta los cimientos. Pues mientras que no se apunte a lo esencial, que es recuperar una Secundaria que abandone los métodos infantiles, todo lo que se haga será más de lo mismo.
Debemos recuperar el sentido de la instrucción en la Enseñanza Secundaria donde no pueden tener cabida materias como la Educación para la Ciudadanía, ni esa otra materia que apunta el PP sobre la Constitución, o esas Ciencias para el mundo contemporáneo, por poner algunos ejemplos. Instrucción de un oficio o de un saber intelectual que permita que nuestros jóvenes lleguen bien formados a la Universidad o a los Ciclos Superiores de Formación Profesional.


Hay que volver a una Formación Profesional de grado Medio que transcurra paralela al Bachillerato, facilitando los posibles trasvases que respondan a la maduración vocacional del joven que los solicite. Y, para ello, podría ser útil una prueba de cuyo resultado, al que puede contribuir el expediente del alumno, se siga un consejo orientador inapelable que decida el camino a seguir: ciclo Formativo de Grado Medio o Bachillerato. El estudiante debe tener claro desde el principio que su continuidad en la vida académica no es pura inercia, que lo de la promoción automática fue cosa de tiempos oscuros. Tampoco se puede permitir que un alumno que curse 10 materias, repita con más de 6 suspensas, menos aún que promocione automáticamente. De manera que la repetición, que para el alumno que estudia siempre es eficaz, se debe valorar como una oportunidad que se da a alguien que se la ha ganado.


Pan y circo puede ser cosa que atraiga a todos, pero estudiar es otro cantar. Alzar el grito de “estudio para todos” sólo demuestra ingenuidad; lo correcto es gritar “estudio para todo el que quiera y lo demuestre”. Hemos estado regalando un tesoro de manera indiscriminada, pero ha llegado el momento de entregarlo al que lo aprecie. Es curioso cómo un derecho para todos se ha convertido en una traba para algunos. Porque de la lectura del 35% de fracaso escolar se sigue que de cada 100 jóvenes, 65 de ellos han sido frenados por otros 35 en la adquisición de conocimientos.


Es momento pues de devolver la instrucción a los Institutos y la educación a los padres y madres; una tarea esta última que exige que el Ministerio de Educación (¿) posibilite la suficiente flexibilidad laboral para que estos puedan dedicar tiempo o a sus hijos. Esto sí que sería progresar, ningún padre o madre con la excusa “es que no tengo tiempo”.

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