viernes, 3 de febrero de 2012

En la peluquería (31-01-2012)

No hay nada como ir a la peluquería para sondear el ambiente y, aunque en el mes de enero desciende un poco la clientela, sigue siendo un buen referente. Pero, ojo, si quieres que el peluquero sea sincero hay que ir siempre a la misma. Y, aunque se elige la peluquería en función de la calidad del peluquero, los minutos de tertulia que se suceden en el transcurso del corte de pelo son esclarecedores e, incluso, sirven a algunos como terapia de grupo. Decir que esto va mal y escuchar que todavía es peor de lo que uno piensa va siempre de la mano. La peor parte se la llevan los políticos y basta una referencia a los anteriores gobernantes para escuchar la soflama de “todos a la cárcel”. Pero, como en tantas otras cosas, generalizar es un error.


Me llama una amiga para decirme que ha cerrado la tienda, que no hay manera de vender ropa de marca de mujer (íntima, pijamas, biquinis). La venta es pequeña y se la lleva las grandes superficies o los comercios de granel. Y uno piensa que hay productos que van a empezar a desaparecer. Pero sobre todo en que hay personas a las que les resultará difícil encontrar otro trabajo. Y esta es la sociedad de bienestar que nos han legado los anteriores gobernantes y cuya actualidad exigen por medio de sus secuaces. Una sociedad del bienestar en descomposición que en algo más de treinta días de cambio de gobierno ya especula sobre la posibilidad de llegar a los seis millones de parados.


Me encuentro con un antiguo alumno, ingeniero, que dice que tanto él como su mujer están en paro. Tenía trabajo la última vez que le vi, pero se acabó el contrato, como a tanto otros. Por ahora va tirando con “lo del paro”, pero ya se acaba. ¿Y después? Después y ahora, me dice, con el apoyo económico de la familia. Me alegro por él, porque tiene una familia que puede aportarle la prestación económica necesaria. Pero, ¿qué sucederá con esas familias en la que ya no trabaja ningún miembro?


Un amigo me dice estar indignado porque le han quitado la “dependencia” a su padre. Y le digo que me parece muy bien que se la hayan quitado, que son seis hermanos con trabajo y que al padre, en caso de necesidad económica y sin caso, tienen que ayudarle los hijos. Que lo que es indignante es que hayamos estado pagando “dependencias” y residencias geriátricas a los padres y madres de gente que gana suficiente dinero para cumplir con su obligación paterna o materna. Que lo indignante es que paguen otros lo que tú puedes pagar. Y, además, que si es vergonzoso que uno intente ahorrar con el dinero de los demás, más aún es tratar como desheredada a una madre o un padre. La situación es mala, pero peor es el sentido de lo público que tienen algunas gentes.


Mientras pensaba en estos recientes encuentros, el peluquero ha acabado su faena, pero no se me ocurre decirle nada que no tenga que ver con los políticos. Ellos son los causantes de todo, ellos y el excesivo número de funcionarios, claro. El resto es agua bendita.

No hay comentarios:

Publicar un comentario