domingo, 25 de marzo de 2012

El padre; unos apuntes (20-03-2012)

Dicen que la primera palabra que pronuncia un niño es “papá”, como también dicen que la última es “mamá” o “madre”. Las llamadas al padre y a la madre encierran todo el intervalo de nuestra existencia. Y si es cierto que las madres tienen niños y que los padres sólo tienen hijos e hijas que le llaman papá, también lo es el que ambas realidades se unen en esta otra: “serán mi padre y mi madre para siempre, para toda la eternidad”, tal como escribió Marcel Pagnol.


En esta sociedad tan llena de “ex”, no es posible encontrar a un expadre o a un exhijo. Los hombres y las mujeres pueden cambiar de pareja, pero los hijos no cambian de padre o madre hasta que alguno de ellos fallece. Y, aún así, seguirán siendo su padre y su madre “para siempre”.
Una de los problemas que plantea el desarrollo de las investigaciones en fecundación artificial es que hace posible que haya hijos sin padre, como el que haya niños sin madre. Las inseminaciones en mujeres que desean ser madres careciendo voluntariamente de pareja o los vientres de alquiler llevan a estas situaciones ajenas al ritmo natural de la existencia.


La aparición del semental, tan propio en la crianza de animales, es un hecho ya en esta sociedad. Sólo falta que se anuncie televisivamente. “Ven a la clínica X porque podrás elegir tener un hijo de A y, por sólo 1000 euros más, llévate uno de B”. Absurdo. Si tuviéramos que hacer el retrato de alguna familia, no sería fácil que todos cupieran en la foto: el que donó el primer esperma, el hijo de éste, el que donó el segundo esperma, el hijo de éste, la madre de alquiler del primero, la madre de alquiler del segundo, el padre legal del primer nacido, el padre legal del segundo, la madre legal, su tercer esposo, el hijo natural de ambos,… Motivo quizás por el que algunos prefieren no hablar de familia.


Hay ideologías que han pretendido que el Estado suplante el papel del padre. El socialismo marxista ha sido un claro y doloroso ejemplo de ello. Pero también el capitalismo de la sociedad de consumo lo pretende. No podemos cerrar los ojos al peligro que supone que los niños sean escolarizados desde los tres años. Lo presentan como un progreso, como un avance educativo. Cuando en realidad es una manera de quitarse a los hijos para que los padres y madres puedan trabajar más. “Yo me quedaré con tus hijos mientras tú trabajas para mí”.


Chesterton explicó en su Autobiografía el motivo por el que las letras minúsculas griegas siempre le parecieron desagradables mientras que las mayúsculas le llenaban de felicidad. Y el motivo era, según él, que las mayúsculas las aprendió en casa, le hablaron de ellas como diversión cuando todavía era un niño; mientras que las otras las aprendió durante el periodo “vulgarmente llamado de educación; esto es, el periodo durante el cual me instruía alguien que yo no conocía, acerca de algo que no quería saber”.


Pueden citarse aquí algunos otros frentes abiertos contra la figura del padre o su papel, pero todos ellos tienen en común que los que los pergeñan sólo están involucrados con la cabeza, es decir, con nada; mientras que el padre lo está con todos sus miembros.


Llevaba razón Charles Péguy cuando escribía: “Todo en el mundo moderno está organizado contra ese loco, ese imprudente, ese loco osado, ese varón audaz, que hasta se atreve en su increíble osadía a tener mujer y familia”.

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