domingo, 15 de abril de 2012

España, dentro y fuera (10-04-2012)

España, dentro y fuera

Las elecciones andaluzas, además de poner a los estadísticos en su sitio, han supuesto un lastre en el tiempo de desarrollo de los Presupuestos Generales. Pero la semana que ha pasado se ha caracterizado también por la desconfianza de los mercados, ha bajado el Ibex y ha subido la prima de riesgo española. Y aunque algunos digan lo contrario, también ha habido algo de especulación en todo ello. A lo que se suma la incomprensión del resto de países europeos que no dejan de compararnos con Grecia, cuando la realidad española dista mucho de la de aquél país. Y ante tanta persistencia sólo cabe pensar que están deseando que abandonemos el barco común europeo. La insistencia de sus líderes, así como su falta de flexibilidad, sólo deja margen para pensar que eso es lo que desean.


Pero España lo que necesita es tiempo, el mismo que no están dispuestos a conceder los grandes (¿) países europeos y que, desde dentro de la propia España, pretenden menguar tanto sindicatos como demás partidos de la oposición. Por suerte, la huelga general fue un fracaso y demostró que la mayor parte de los españoles comprende que el problema no se soluciona de hoy para mañana. Es posible que a Europa no le gustara el regateo que se hizo con el déficit español, pero es un hecho que ahora ha quedado en el 5’3 (0’9 puntos sobre lo que debiera haber sido), como lo es el que a la aprobación oficial le ha seguido la desaprobación por otros cauces. Con todo, hay un problema que apuntan desde fuera y del que nada se dice dentro de España; se trata del lastre que suponen las autonomías; porque si está claro que el estado cumplirá con sus objetivos de déficit no parece sencillo que lo consigan las autonomías.


Y como se trata de tiempo y de partidos de la oposición que intentan mermarlo, es bueno recordar a los españoles lo que con tanta crudeza recuerda Sarkozy –para su propio interés- a los franceses: que esta España es la España de Zapatero, que estuvo tres años mareando la perdiz sin entender el grave problema económico que tenía entre manos. Y, aunque no lo diga el presidente francés, añado yo que a esta España de Zapatero, hoy más pobre y cainita, contribuyó en gran medida el líder de la oposición actual, el señor Rubalcaba. Porque el hecho de que España parta de cero, después de cuatro años de crisis, no es casual, sino que tiene su causa en la errónea política económica del Gobierno anterior. Algo que no conviene olvidar porque esto sí que es auténtica memoria histórica, está en nuestra memoria y ya es historia.


España no tiene liquidez, no tiene financiación y es por lo que cualquier medida debe pasar por Hacienda o sus análogos. Podemos entenderlo, pensando en la propia situación familiar donde cada actuación está en función del gasto que supone y la liquidez que se tiene, o podemos no querer entenderlo comportándonos como el niño caprichoso que lo ha tenido todo y que ahora no es capaz de prescindir de nada. Pero las quejas no van a aumentar la liquidez; y si son malas las que vienen de fuera, peor son las que provienen de dentro, de aquellos que deben sumar y no restar. Algunos pueden decir que Zapatero también pedía sumar, pero sumar a un agujero negro –que eso era Zapatero- era derrochar para quedarse en nada, de lo que es buena prueba la situación actual.


De cara al exterior, nunca como ahora están siendo más inoportunas las sucesivas afirmaciones de autodeterminación que suenan en el País Vasco y en Cataluña. Lo que ha sido un problema político interno se puede convertir ahora en excusa para frenar las inversiones en España. Pero, como sabemos, todo es manipulable. Esperemos que los expertos del FMI que próximamente se entrevistarán con nuestros propios expertos saquen la conclusión de que en España se están tomando las medidas adecuadas, que es cuestión de tiempo y que, a pesar de los pesares, los españoles –en su mayoría- apuestan por ellas. Porque, en caso contrario, en caso de que se proponga una intervención oficial, si ahora estamos mal, con ella estaremos peor.

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