lunes, 5 de julio de 2010

Ante la nueva Ley del Aborto (06-07-2010)

Ante la nueva Ley del Aborto

Los defensores de la nueva ley del aborto, acostumbro a llamarla así evitando la retorcida nomenclatura del Gobierno, han extendido la idea de que el logro de la misma consiste en su despenalización. Una y otra vez repiten esta consigna, pues no admite otro nombre, que parece tranquilizar la conciencia de muchos y dar sentido al sinsentido. Nadie quiere castigar la debilidad ajena y menos aún si esta puede producirse en su propia casa. Aun cuando esta debilidad conduzca a la muerte de un inocente. Pero, ¿qué es un inocente comparado con un familiar próximo? ¿Quién puede llamar inocente al que pone en peligro el estatus de vida de un nacido? ¿Por qué debe hipotecar su vida una mujer por un desliz de su juventud? Son preguntas que ya sólo escribirlas produce estremecimiento y un gran vértigo intestinal, pero que bien podrían oírse en la calle, como se oyen.

A estos propagadores de la consigna habría que decirles que la despenalización fue un logro de la anterior ley y que con la de ahora, que no responde a demanda social alguna ni había sido insinuada en la campaña electoral, el objetivo conseguido ha sido convertir el aborto en un derecho gracias a los Reales Decretos que desarrollan dicha ley, que no son más que un coladero. De manera que se podrá abortar libremente no sólo hasta las 14 semanas, sino hasta la semana 22.

Junto a la falsedad de la despenalización está esa afirmación que pronunciada por boca de los que defienden la ley suena a “además de cornudo, apaleado” y que dice así: “nadie en su sano juicio está a favor del aborto”. Toma castaña. Es como decir: “mira feto, no me parece bien que seas abortado, pero muy a pesar mío no tengo más remedio que permitir tu aborto”. “No tengo nada contra ti, pero hay otras preferencias”. Jugamos con la vida como si no fuera el primero de los derechos, sino uno más.

Cuando escribo esto todavía no se ha pronunciado el Tribunal Constitucional sobre la suspensión cautelar de esta Ley. Y vienen a mi mente aquellas palabras de Gandalf en El Señor de los Anillos: “si no eres capaz de dar la vida no te apresures en dispensar la muerte”. Dejad las cosas como estaban y no las empeoréis que aquí no cabe el carácter retroactivo. Suspended pronto la Ley pues cada día que pase desde hoy serán abortados 378 niños y niñas. Y si estos números están calculados sobre la anterior Ley, ¿cómo serán de grandes las nuevas cifras? ¿Por qué no establecer un plan de ayuda para evitar los abortos, para evitar que eso que llaman embarazo no deseado acabe con una vida humana en un cubo de basura?

No se puede jugar con la vida y la muerte como lo hacen los tiranos, menos aún puede hacerlo una sociedad que envejece a pasos de gigante. Somos dueños de nuestro destino, pero no de la vida. Y si forjamos el destino a base de muerte, ¿qué podemos esperar? Ante un embarazo no deseado se abren cientos de caminos donde el amor humano se torna en protagonista. Y en el que personas aparentemente vulgares se convierten en héroes anónimos. Todo en beneficio de una humanidad que progresa en Humanidad. Con el aborto, sin embargo, todo se va al traste, el amor y la Humanidad.

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