lunes, 10 de enero de 2011

Nos sobran cosas (11-01-2011)

Nos sobran cosas

He visitado a tía Juliana, a la que encuentro ordenando la habitación de Llanitos. Observo que hay muchas cosas sobre la mesa de estudio que se limita a recolocar y le sugiero que ponga más estanterías. Ella señala los tres pares de zapatillas de noche que hay en el suelo y me pregunta: ¿tú tenías tantas zapatillas cuando eras pequeño? Evidentemente no, le respondo. Pues aquí, replica, no es que falten estanterías sino que sobran cosas. Y mientras sigue su faena me pide ayuda para subir unas mantas al altillo del armario. Está a rebosar y comenta que algún día habría que hacer una limpieza. Le recuerdo que hubo un tiempo en el que se quejaba del frío que hacía en su casa, pero me contesta que, aún así, hay mantas que nunca ha utilizado. Me callo.

Y es que tía Juliana ha dado en el clavo. Llevo días leyendo La vida lograda, un libro de Alejandro Llano, catedrático de Metafísica; pero una mirada al índice ha hecho que dejara la línea en la que estaba para buscar el epígrafe La virtud más necesaria. Me pica la curiosidad saber cuál es para este catedrático la virtud más necesaria. ¿Se mojará? Que la gente normal no tenga ningún reparo en afirmar con rotundidad lo que es más necesario o más bello o más importante o más no sé qué es frecuente. Pero no es lo usual en alguien tan profundo como don Alejandro. Por ello paso las páginas con avidez hasta la 77 y leo: “Estoy de acuerdo con lo que dice Shumacher en su libro Lo pequeño es hermoso: que la sobriedad es actualmente la virtud más necesaria”. Leí ese libro en mis años universitarios e incluso saqué algunas notas que todavía guardo, pero ninguna sobre sobriedad. Y, sin embargo, casi treinta años después, alguien recuerda que esa cita no ha perdido actualidad. Hasta el punto de señalar que la sobriedad sigue siendo la virtud más necesaria.

Me acerco al salón para saludar al tío Antonio que, sin dejar de ver la televisión, comenta: “ayer, la dependienta de la librería me animó a comprar algunos libros más pues dice que dentro de poco aumentarán en dos o tres euros. El telediario del otro día desglosaba las subidas de distintos productos. En el periódico leo que la Banca dispara las comisiones: el mantenimiento de una cuenta corriente sube el 6%, los descubiertos un 13%. Además de que la cesta de la compra aumenta un 2,9%. Por otro lado, mi sueldo ha disminuido. (…) Y ante todo este panorama acabo de oír a un político decir que lo peor ha pasado. ¿Para quién?, ¿para quién ha pasado lo peor?, ¿quién está aliviado?, me pregunto”.

Le contesto que, a mi entender, lo prioritario de este nuevo año es el “saneamiento” de nuestras cuentas, pero que España no está exenta del riesgo de una intervención y que, por supuesto, el paro no bajará del 20% en muchos años. “Entonces, ¿cómo se puede decir que lo peor ha pasado? ¿A quién creer?”, me pregunta. Pero sin esperar respuesta, como pensando en alto, dice: “Quizá, lo único cierto es que hasta nosotros, gente de la calle, estamos instalados en la duda, en la desconfianza, la misma que dicen que ahuyenta a los posibles inversores extranjeros y frena la iniciativa de muchos empresarios nacionales”.

Quizá lo único cierto, le respondo, es lo que dice tía Juliana: que nos sobran cosas.

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