martes, 14 de junio de 2011

Dulce decadencia (14-06-2011)

El profesor Rodríguez Adrados, en su libro El reloj de la historia, afirma: “Estamos (hoy, en 2007) ante un inmenso crecimiento, pero también ante una dulce paz –casi- y una dulce decadencia. Sin duda, todo ello va a más, se va extendiendo al planeta entero”. Y me quedo con eso de “una dulce decadencia”. Porque se ve que la decadencia, como el morir, puede ser dulce. Como el que agota su existencia congelado mientras duerme plácidamente sobre la sábana blanca de la nieve de una alta montaña. Dulce porque se duerme, porque todo pasa sin darse cuenta. Todo pasa; pasa el sueño y ¡la existencia!


Y me pregunto, ¿está nuestra civilización en ese sueño que precede a su final? Que anda como dormida no me cabe duda, que sea el aviso de su fin no lo tengo claro. Como sonámbulo que camina hacia delante, así avanza. Despertando ante los aldabonazos del exterior que obstaculizan su dulzura, su creer que aquí no pasa nada. Volviendo a dormirse para todo aquello que entraña a su propia naturaleza, la misma que niegan algunos en beneficio de la razón cultural.


He leído: “La madre está elevada sobre el tiempo. Es una imagen de la infinitud del mundo. Los siglos pasan, sin dejar huella del placer y del dolor. La madre, en cambio, pasa por la historia imperturbable, dejando a su paso, calladamente, frutos de vida”. Pero hoy resulta peligroso ensalzar a la madre, no la de uno sino la figura abstracta de ella, porque toda una ideología pregona que es un invento cultural propio de tiempos pasados. Hoy está mal visto hablar de la mujer como madre, hoy la mujer es trabajadora o no es. Y toda una sociedad dormida avala con su silencio somnoliento que así sea. Desesperada porque el sueldo no llega a fin de mes, es incapaz de advertir que algo más grave está sucediendo. Dulce sueño que se llevará por delante su existencia.


¿El padre? El arte y la poesía se muestran muy sobrios con él. Pero si cae la madre, cae éste. Y parece que también urge una “ecología del padre”. Ya lo han visto en Silvia García, vocal de Xente Gay Astur, que habla de “violación emocional” porque su comunidad autónoma no le subvenciona reproducir sin un hombre. Cuando la auténtica violación –violación financiera- es que su deseo de ser madre se lo paguemos los demás. ¡Que se lo pague ella! ¿Es que si una persona quiere estar bronceada sin tomar el sol tiene, acaso, el Sistema Nacional de Salud la obligación de pagarle las sesiones de rayos UVA?


En pocas semanas he asistido a dos bodas, una civil y otra religiosa. El marco en el que se han celebrado ha sido espectacular. El Alcázar de los reyes cristianos de Córdoba y una iglesia del siglo XVII, Santa María la Mayor de Oliva (Valencia). Bellísimas las novias, elegantes los novios. Jóvenes que han querido hacer público su amor y su compromiso. La palabra fidelidad sonó frecuentemente en ambos escenarios. Cada uno de los invitados la interpretaría a su modo, como a su modo interpretaría cada cual ese amor juvenil que los novios traslucían. Pero, en todos, quedaba la expectante posibilidad de que ambos matrimonios fueran para siempre.


Vivimos rodeados de durmientes que, sin embargo, saben lo que es bueno, lo que conviene. No puede ser dulce este sueño. No, al menos, su despertar.

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