viernes, 14 de octubre de 2011

Comentarios a la exigencia de calidad (11-10-2011)

Cada vez que oigo hablar de calidad en la educación se me viene a la cabeza que la condición previa para enseñar con calidad es mostrarla. Es una idea que, en mis comienzos, oí a un profesor veterano. Y tan sensata me pareció que todavía la recuerdo. Con ella, quería referirse a mostrar elegancia en el porte, sólo a eso. Pero por ahí se empieza. Había sido su respuesta a alguien, que con una pinta que tiraba de espaldas, le hablaba de calidad en la enseñanza. Me miraba y me decía: “y yo le dije que lo primero era mostrarla”. Y todavía lo recuerdo.


Ahora se habla mucho de calidad en la enseñanza, pero es una llamada que responde más al interés de algunos, deseosos de que alumnado y familias se sumen a sus huelgas, que a un problema actual. Para aquellos, el problema no es la calidad de enseñanza sino que la enseñanza esté en manos de otro partido político. Si realmente estuvieran interesados en la calidad de enseñanza, hace ya tiempo que tendrían que haber manifestado su malestar, pues llevamos bajando la calidad en la enseñanza desde la LOGSE.


Aquí hay muchas cosas que deben cambiar y una de ellas es la concepción del “papá Estado” o “Estado benefactor”. Además del sistema educativo en el que sobran marías y optatividad. Y esto deben aplicárselo también los actuales mandatarios. La Secundaria no puede ser un cajón de sastre en el que todo cabe. El gusto por introducir nuevas materias que quitan horas a las básicas es lamentable. Como lo es la excesiva optatividad con la que se marea al alumnado desde 4º de la ESO.


Hay edades en las que a los niños hay que darles lo que ellos nunca elegirían pero sin lo que no pueden hacer nada. Sorprende ver que haya solo tres horas de lengua en primero de bachillerato, como sorprende que en segundo haya optativas con más horas que alguna troncal. Pero hay tantas cosas que sorprenden desde hace años que no puede negarse que se les ve el plumero a los que ahora se llenan la boca de calidad en la enseñanza. Quizás habría que recordarles que la enseñanza que tenemos ahora es la que ellos han permitido. Que no vengan ahora con monsergas. Y, lo que es más lamentable, que no vengan ahora manipulando al alumnado y a sus familias.


La mala calidad de la enseñanza tiene que ver con un mal concepto de lo público. Y para que entiendan lo que les digo, les remito a Suecia –tan socialista ella-. En Suecia, desde el año 1993, cambió la concepción de lo público en la enseñanza. El gobierno se convirtió en un garante de la educación para todos dejando la gestión en manos de aquellos grupos que manifestaran el deseo de mejorar la calidad, a la vez que daban muestras de saberlo hacer. De esta manera, en menos de diez años, lo que se suele llamar enseñanza pública ha avanzado notablemente. No hay más que ver las estadísticas.


En mi opinión, la calidad depende de las personas. Evidentemente, en algunas materias, también importa la tecnología. Pero, mientras no haya dinero, la imaginación del profesorado y su buen hacer deberá suplir las deficiencias materiales. Es la hora de “la imaginación al poder” y, con ella, demostrar la calidad del profesorado que tenemos. Cabía esto o, como decía alguien, alargar la agonía en la que se encontraba nuestra comunidad hasta que no hubiera dinero para nadie. Pero, eso sí, que nadie le engañe con lo de la calidad de la enseñanza.


¡Ah!, se me olvidaba. Las familias también tienen que ver con la calidad de la enseñanza, pues esta depende en parte de la educación que el alumnado ha recibido en sus casas.

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