lunes, 31 de octubre de 2011

El comunicado (25-10-2011)

Dice ETA que no va a matar más, que se acabó el tiro en la nuca y los coches bomba, que deja de poner goma dos en las calles, terminales de aeropuertos y centros comerciales. Que seguirá persiguiendo el mismo fin, pero que ya no va a matar para conseguirlo. Así de claro y así de crudo.


Se le podía haber ocurrido antes. Ha tenido que pasar más de medio siglo para que llegara a esta conclusión tan evidente. Y ha sido en la Democracia cuando ha cometido el mayor número de sus atrocidades. La que ahora se quiere presentar como demócrata ha actuado casi cuarenta años contra la Democracia. Trae en su currículum cerca de novecientos cadáveres. Mujeres y niños, entre otros. Ha hecho exiliarse a doscientos cincuenta mil vascos que pensaban de modo distinto y tiene amedrentados a otros tantos. Pero ahora quiere entrar en Democracia porque sabe que de no ser así acabará por entrar al completo en la cárcel. Además, juega con la ventaja del síndrome de Estocolmo de los muchos a los que ha coaccionado y extorsionado.


Nos alegramos por la noticia. Los hombres y mujeres de España podrán andar por las calles sin temor a ser tiroteados por motivos políticos. Pero, ¿se puede esperar menos de un estado de derecho? El hecho de que ya no vayan a matar por pensar de manera distinta, ¿es suficiente? Evidentemente no lo es, pero ante la barbarie que durante tantos años ha representado ETA no podemos sino alegrarnos. Ahora bien, para la entrada del bárbaro en la civilización que ha atemorizado durante años no basta con un comunicado. Hacen falta hechos, no bastan las palabras. Y más, cuando estas son tan parcas. Hace falta un tiempo de prueba que sirva de prevención para la civilización a la que ha atacado continuamente.


Hechos, actitudes, que brillan por su ausencia en el comunicado. Porque lo primero es dejar las armas a la vez que manifestar cierto grado de arrepentimiento. ETA tendría que pedir disculpa a las víctimas, manifestar en alta voz que está equivocada. Y, consecuentemente, asumir las consecuencias de su anterior barbarie y de su presente poco transparente. Pero ETA no se baja de la burra, sigue considerando sus atrocidades históricas como efectos de una guerra de independencia. Una guerra en la que no bastaba con matar soldados, había que matar también a niños, mujeres, periodistas, políticos, (…)


Mas no demos vueltas a lo que todos sabemos y no debemos olvidar. Volvamos a la actitud del comunicado. Una actitud chulesca, porque es unilateral, con la que parece que perdona la vida a los que no piensan como ella. Ya no os vamos a matar, ¡acercaos! Os permitimos que paseéis por nuestras calles. Hemos decidido que no os vamos a matar.


Nos alegramos por la noticia. Gracias por perdonarnos la vida, pero vais a cumplir todas las condenas por los asesinatos y exaltaciones del terrorismo que pesan sobre vosotros. Las leyes están hechas para defender a los débiles, no para defender a los que amedrentan y matan. La impunidad con el fuerte que transgrede las leyes pone fin al estado de derecho. ¿Por qué se le perdona a él y no a los otros? Más aún cuando el fuerte persiste en su actitud chulesca y no manifiesta ningún tipo de arrepentimiento.


Prevengamos, ahora que podemos, no vaya a ser que pronto tengamos que curar heridas incurables.

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