Cuando hay y ha habido tantas cosas reprobables, me subleva la pretendida
reprobación al ministro Wert. Los mismos que nos han metido en un Sistema
Educativo –y ya es el segundo- que se ha demostrado un fiasco, poniendo trabas
a un nuevo intento por mejorarlo. Ridículo. Los que han llevado a la enseñanza
pública al borde del precipicio, pretendiendo que todo siga igual. E incapaces
de criticar con argumentos válidos la nueva reforma, la toman con la persona
del ministro. El intelecto rebajado al insulto, la racionalidad oscurecida por
el instinto. Querían reprobarlo por sus formas, pero faltaron a ellas.
Si nuestros congresistas fueran serios, le deberían haber exigido más.
Pero, más en la misma dirección emprendida por él. Deberían haberle felicitado
y expresado su apoyo, a la vez que solicitado una mayor reforma. Ensalzado, que
no reprobado. Pero no fue así, sino al contrario. Por suerte, tenía a su lado a
su partido, que es mayoría en la cámara.
Durante años hemos oído hablar a los gobernantes de la importancia del
esfuerzo, pero eran incapaces de concretar medidas que avalaran sus palabras.
Por fin, llega uno que acompaña lo que dice con las medidas que propone y todos
se ponen las manos en la cabeza. Cinismo, puro cinismo el que destilaba la pretendida
reprobación.
Digámoslo claro, en esta sociedad falta espíritu de sacrificio –de manera
singular en nuestros gobernantes- y tal actitud ha calado en las aulas. ¿Qué
pensábamos cuando para salir de la crisis se decía que había que tomar medidas
duras? ¿Pensábamos que eran palabras para los otros? ¿Qué otros?
Lo mismo sucede en las aulas. ¿Cómo puede comprender un niño que hay que
esforzarse cuando su compañero que no pega palo al agua pasa igualmente de
curso o titula con dos materias suspensas? ¿Cómo puede darse el mismo título a
aquel que se deja dos materias desde el principio que al que va a por
todas? ¿Y cuándo fue esto reprobado?
¿Cómo puede mantener la beca un universitario con sólo una asignatura aprobada?
¿Por qué hay que conceder becas al alumnado de un PCPI y no hay dinero para el
alumnado que persevera con su esfuerzo en la ESO?
Pero también los padres tenemos nuestra culpa. ¿Cómo decir que es cara la
matrícula en la Universidad cuando ha comprado a su hijo un iPhone? ¿Quién está
extendiendo por ahí la mentira de que no hay becas? Lo que sucede es que ahora,
como debía haber sido siempre, las becas se darán al que pruebe su esfuerzo. Qué
cara de escepticismo se les pone a algunos padres cuando se les dice que su hijo
debe estudiar todos los días aproximadamente tres horas. Y ¿qué decir de esos
padres en huelga porque “dicen” que a sus hijos les ponen muchos deberes? (…)
Todos nos hemos contagiado de esta falta de exigencia. Lo académico se ha
deteriorado en beneficio del sentimentalismo. Los conocimientos a favor de las
actitudes. ¿Sabían que hubo un tiempo en el que se aconsejaba que para titular
en la ESO bastase la opinión de una mayoría, independiente de los resultados
académicos, que pensara que el niño o la niña podía ser un buen ciudadano? Todo
lo objetivo al traste, sólo importaba la vaga impresión personal, lo subjetivo.
Y, por fin llega un ministro que dice que hay que valorar el esfuerzo de
una manera concreta y todos a la calle. Pero, ¿quién se esfuerza si nunca pasa
nada? Ojalá usted sea de esos, pero no sucede en general. Menos aún entre
niños.
Tengo para mí que la reforma del ministro Wert se queda corta; entre otras
cosas, todavía se mantiene en su borrador la titulación en la ESO con dos
suspensas. Pero creo que también él es consciente de ello, como creo que tiene
en frente a un lobby muy potente que no le permite ir más allá, tal como se ha
podido comprobar estos días en el Congreso. Tiempo que hubiera sido bien
empleado de haberle exigido una reforma menos light. Una reforma que ahora, y
desde aquí, yo le suplico. Con todo, agradezco su trabajo por recuperar el
sentido del esfuerzo. Los hombres valoramos más lo que más cuesta y ya es
tiempo de valorar el estudio, la enseñanza, y, en general, el saber.
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