martes, 27 de marzo de 2012

Elecciones andaluzas (27-03-2012)

Al final, lo único que importa es el propio bolsillo. Y si a esto se suma la propaganda que coloca al “señorito” en el centro-derecha, tenemos algunas de las claves de las elecciones andaluzas.
El PSOE se ha hundido un poco más en Andalucía, pero ha salido reforzado en Asturias. Y si está claro que el nuevo gobierno andaluz será de izquierdas, no está tan claro que el nuevo gobierno asturiano vaya a ser de derechas.


El PP ha subido en Andalucía, pero no lo suficiente para gobernar. Quien le hizo las encuestas parece que no tuvo en cuenta la “memoria histórica”. ¿Se puede pasar, sin principio de continuidad, de vivir sin trabajar a tener que trabajar para vivir? ¿Quién es tan irresponsable para jugarse su futuro a cambio de recortes y promesas de honradez? Mientras no afecte al propio bolsillo, ¿qué importa la corrupción de otros? ¡Quillo!, el esfuerzo y la laboriosidad son cosas importantes -le dijo a su hijo- pero si puedo vivir sin mover un dedo, ¿por qué complicarme la vida?


Izquierda Unida se ha beneficiado del batacazo –resbalón, más bien- del PSOE andaluz llevándose seis de los escaños que éste ha perdido. Y como viene siendo habitual en nuestra democracia, aun siendo el partido menos votado de los tres, es de suponer que saque las mayores prebendas. Doce escaños van a poder más que cincuenta.


Que el PP no pueda gobernar en Andalucía tampoco es motivo para autoflagelarse pues la obtención de cincuenta escaños, frente a los cincuenta y nueve de la izquierda, es un logro que hace tan sólo unos años era difícil de presagiar. Lo que sorprende es la candidez con que esperaban la mayoría absoluta.


Tras estas elecciones, el PP debería considerar que, igual que los recortes, sus pasadas victorias electorales tienen marchamo de provisionalidad. No son sus ideas –cada vez más difusas- las que ganaron sino su posible capacidad para tomar decisiones a pesar de los pesares. En cuanto los españoles empiecen a verse con calderilla en sus bolsillos empezarán a pensar de nuevo en la política subvencionista que tanto agrada a la mayoría. Porque aquí, aunque gustaría en equivocarme, rige la cuestión económica que eso de la regeneración de los valores está muy bien, pero para otros.


Evidentemente, los recortes o ajustes –como se les quiera llamar- son necesarios, pues de donde no hay no se puede sacar. Más aún cuando algunas autonomías eran ya un erial económico. Pero deben ir acompañados de medidas que -¿cómo decirlo?- alegren un poco al cuerpo, en el sentido metafórico. No se puede apretar por todos lados sin dejar alguna válvula de escape. Pero de esto hablaremos en otra ocasión.


Los andaluces lo tenían claro, los recortes del gobierno central les ha llevado a potenciar la defensa de sus jornales por medio de aquellas fuerzas políticas que antes llenarán de conflictos las calles que ponerlas en práctica. Junto al de Cataluña, un nuevo frente se ha abierto en el sur; el que había pero con algún cocodrilo menos.

domingo, 25 de marzo de 2012

El padre; unos apuntes (20-03-2012)

Dicen que la primera palabra que pronuncia un niño es “papá”, como también dicen que la última es “mamá” o “madre”. Las llamadas al padre y a la madre encierran todo el intervalo de nuestra existencia. Y si es cierto que las madres tienen niños y que los padres sólo tienen hijos e hijas que le llaman papá, también lo es el que ambas realidades se unen en esta otra: “serán mi padre y mi madre para siempre, para toda la eternidad”, tal como escribió Marcel Pagnol.


En esta sociedad tan llena de “ex”, no es posible encontrar a un expadre o a un exhijo. Los hombres y las mujeres pueden cambiar de pareja, pero los hijos no cambian de padre o madre hasta que alguno de ellos fallece. Y, aún así, seguirán siendo su padre y su madre “para siempre”.
Una de los problemas que plantea el desarrollo de las investigaciones en fecundación artificial es que hace posible que haya hijos sin padre, como el que haya niños sin madre. Las inseminaciones en mujeres que desean ser madres careciendo voluntariamente de pareja o los vientres de alquiler llevan a estas situaciones ajenas al ritmo natural de la existencia.


La aparición del semental, tan propio en la crianza de animales, es un hecho ya en esta sociedad. Sólo falta que se anuncie televisivamente. “Ven a la clínica X porque podrás elegir tener un hijo de A y, por sólo 1000 euros más, llévate uno de B”. Absurdo. Si tuviéramos que hacer el retrato de alguna familia, no sería fácil que todos cupieran en la foto: el que donó el primer esperma, el hijo de éste, el que donó el segundo esperma, el hijo de éste, la madre de alquiler del primero, la madre de alquiler del segundo, el padre legal del primer nacido, el padre legal del segundo, la madre legal, su tercer esposo, el hijo natural de ambos,… Motivo quizás por el que algunos prefieren no hablar de familia.


Hay ideologías que han pretendido que el Estado suplante el papel del padre. El socialismo marxista ha sido un claro y doloroso ejemplo de ello. Pero también el capitalismo de la sociedad de consumo lo pretende. No podemos cerrar los ojos al peligro que supone que los niños sean escolarizados desde los tres años. Lo presentan como un progreso, como un avance educativo. Cuando en realidad es una manera de quitarse a los hijos para que los padres y madres puedan trabajar más. “Yo me quedaré con tus hijos mientras tú trabajas para mí”.


Chesterton explicó en su Autobiografía el motivo por el que las letras minúsculas griegas siempre le parecieron desagradables mientras que las mayúsculas le llenaban de felicidad. Y el motivo era, según él, que las mayúsculas las aprendió en casa, le hablaron de ellas como diversión cuando todavía era un niño; mientras que las otras las aprendió durante el periodo “vulgarmente llamado de educación; esto es, el periodo durante el cual me instruía alguien que yo no conocía, acerca de algo que no quería saber”.


Pueden citarse aquí algunos otros frentes abiertos contra la figura del padre o su papel, pero todos ellos tienen en común que los que los pergeñan sólo están involucrados con la cabeza, es decir, con nada; mientras que el padre lo está con todos sus miembros.


Llevaba razón Charles Péguy cuando escribía: “Todo en el mundo moderno está organizado contra ese loco, ese imprudente, ese loco osado, ese varón audaz, que hasta se atreve en su increíble osadía a tener mujer y familia”.

viernes, 16 de marzo de 2012

Perseverancia en el Altozano (13-03-2012)

Le pregunto si siguen reuniéndose en la plaza del Altozano los días 25 de cada mes y me responde que sí, que allí están a las diez de la noche. Son los defensores de la vida, los que claman contra los abortos quirúrgicos que se practican en alguna clínica de Albacete. Son los que proponen alternativas a esa mujer que busca deshacerse del niño de sus entrañas porque le han dicho que ahí acabará su sufrimiento. Cuando, en realidad, ese será el comienzo de otro drama, el que agitará su conciencia. Un drama que le perseguirá mientras tenga conciencia. Y, es que, para dar de lado al sufrimiento, no basta con matar al niño, hay que matar también la propia conciencia. El eco del lamento más tierno que la humanidad puede conocer sólo se insonoriza con el silencio de ese otro eco –igualmente interno- que hace al hombre y a la mujer ser humanos: la conciencia. ¿Qué es un hombre o una mujer sin conciencia?

Le he preguntado si aún se reúnen. Suena mi voz como desde la lejanía del drama. Como si lo que no viera no existiese, como si la defensa de estos hombres y mujeres ya no tuviera motivo desde que se aprobara la última Ley, la Ley Aído, la Ley de salud reproductiva. Como si ya no fuera abortado ningún niño, como si ésa no siguiera siendo la solución final, la única solución que algunos ofrecen a esa ya madre. Pero el drama continúa en su primer acto.

En el mundo se suceden los acontecimientos tristes, las catástrofes. Y los estados van de aquí para allá para poner su granito de arena. Y los hombres aportan lo que pueden aquí y allá movidos por su conciencia. Pero unos pocos, tan sólo unos pocos, quedarán donde el drama se ha producido; porque el drama sigue aunque la información nos lleve a otra parte, aunque los informativos y las noticias nos hagan mirar a un nuevo drama. Y en esto radica la grandeza de esos hombres y mujeres, en que se quedan; se quedan aunque no son actualidad, aunque el drama haya sido olvidado por tantos otros que lo comparten. Porque el drama sigue, aunque su solución quede en manos de unos pocos. Perseverantes en una sociedad donde la perseverancia no se entiende como valor, porque es el cambio la razón de su existencia. Y así nos va, alocados en un activismo que se asemeja al movimiento de partículas desordenadas que olvida preservar el núcleo de la propia existencia: la vida.

Dice C. S. Lewis que “llamamos real a lo que muchos ven, y sueño a lo que ve uno solo”. En tal caso, este drama es real, no es un sueño. Y si juzgáramos la gravedad de un acontecimiento por el número de muertos que produce, el aborto ocuparía el primer puesto en el ranking consecuente.

Me alegra saber que en España se va a derogar la Ley actual, pero nada escribiré sobre la selección de sexos que este tipo de leyes está propiciando, no sólo en China sino también en Europa; ni la eugenesia que genera; ni la abundante ayuda económica que Obama da a los movimientos proabortistas; …; me basta hacerlo sobre esa gente que me suple en mi inconsciencia, que clama por la vida haga frío o calor en nuestra plaza del Altozano. Y al hacerlo me siento menos cómplice de esta sociedad que cuela un mosquito y deja pasar un elefante.

martes, 6 de marzo de 2012

Reflexionando sobre la enseñanza pública (06-03-2012)

La enseñanza pública no está ahora en peligro, sino que ha estado siempre en peligro. Y no corre ahora mayor peligro que en otros tiempos. No más ahora que, por ejemplo, durante los últimos veinte años en los que se mantenía erguida sin raíces o, mejor aún, se ha mantenido en pie a pesar de sus jardineros y plantadores.


El peligro ha estado siempre ahí, lo que sucede es que es precisamente ahora cuando los causantes del mismo se atreven a hablar de ello. Pero no porque vean las razones auténticas del peligro, sino porque ven el peligro de que deje de ser cosa que ellos puedan manipular a su antojo. Porque el auténtico peligro de la enseñanza pública es que deje de ser pública para pasar a ser cosa de unos pocos.


Hasta ahora, ha estado en manos de una oligarquía convencida de que la enseñanza pública es una enseñanza para el pueblo, cuando lo que debería ser es una enseñanza por el pueblo, pues los mismos que son capaces de gobernarse a sí mismos también lo son para gobernar a sus hijos. Y negar esto es afirmar que las ideas de unos cuantos deben prevalecer –porque sí- sobre la libertad de pensamiento del resto.


De esta manera, obviando la libertad que tienen los contribuyentes en optar por la enseñanza pública, lo que algunos pretenden es que todos ellos –todos los contribuyentes- paguen a unos pocos la escuela que ellos quieren, cuando lo lógico sería que esta enseñanza tuviera tal amplitud de miras que permitiera ser elegida libremente por cualquiera. Y no provocar que haya quienes, como viene siendo habitual, ni se la planteen como posible opción. La pagan pero no pueden beneficiarse de ella. La pagan para otros. Para esos otros que no conformándose con haberse quedado con lo que es de todos, todavía se atreven a descalificar a aquellos que, con sacrificio, ejercen su libertad buscando otro tipo de enseñanza. Porque, al fin y al cabo, puestos a elegir entre dos credos lo lógico es que prefieran el propio.


Este y no otro es el peligro al que se enfrenta una vez más la enseñanza pública, que lejos de promover los valores comunes se empeñe en difundir los que particularizan a determinados colectivos. Que si esto llegara a ser así entraríamos también en competencia desleal, pues se fomenta la gratuidad para los que tienen unas determinadas ideas y se grava –con doble gravamen- el tener distintas.


No es pues la calidad de su enseñanza lo que está en peligro, como gustan en pregonar aquellos que desean apropiarse de ella. Porque su calidad está sobradamente probada, tanto por el profesorado que la imparte como por los resultados obtenidos a lo largo de los años. Una calidad que le ha permitido mantenerse en primera fila a pesar de las nefastas leyes de educación que vienen rigiendo en esta última veintena de años.


Tampoco está en peligro porque aumenten los centros concertados o privados que, respondiendo a la variedad de nuestra ciudadanía, respetan los valores comunes y son ampliamente solicitados. El peligro -lo diré con otras palabras- es que algunos pretendan convertir la enseñanza pública en su privada. Tentación de la que nadie se libra.