lunes, 21 de enero de 2013

El absolutismo de la técnica


Escribo en español unas palabras que deben ser traducidas al inglés. Mi traductor, un buen amigo, dice que la densidad del texto obliga a cambiar algunas expresiones si quiero que se me entienda. Acepto el cambio de la palabra “ontológico”, casi como en aquella propaganda televisiva en la que alguien acepta “pulpo” como animal de compañía. Si no hay más remedio…
Ahora le toca el turno a la expresión “absolutismo técnico”. Me dice que hay que explicarlo más, que mis oyentes no lo entenderán. Y yo empiezo a preguntarme qué cosas son capaces de entender mis oyentes. Porque está muy bien eso de que se expresen en inglés pero si no son capaces de entender las ideas que en ese lenguaje se dicen vamos apañados. Y quien dice inglés dice alemán, chino o mandarín, ¡qué más da!
 Y, mira por dónde, sin quererlo, nos encontramos aquí con una muestra de absolutismo técnico. Hay quien dice que entiende un idioma sin tener idea de lo que dice. Algo así como los traductores de Google. “Yo te he dicho lo que él ha dicho y si tiene sentido lo tendrás que averiguar tú”. Vamos que o buscas un traductor profesional (como mi amigo) o estás perdido. Aunque siempre cabe la posibilidad de que uno mismo aprendas el idioma, claro.
Me explicaré. Lo que lamento es que con el nuevo idioma sólo seamos capaces de expresar acciones. Mucho “to be” y nada de lo que sigue a “to be o not to be”. Cuando la cuestión es poder pensar en otro idioma. Aunque, en esencia, la cuestión es pensar y, como aquí el que piensa pierde, a veces me digo que esto del énfasis por el conocimiento de otra lengua es, más bien, una distracción. Evidentemente, no. Mediante las acciones ordinarias podemos introducirnos en el mundo de las ideas. El problema es si se da el suficiente conocimiento de otras cosas para poder fabricar ideas.
Esto se ve más claro con las ciencias aplicadas y las ingenierías. Se aprende el idioma técnico en cuestión, unas quinientas palabras para el caso de las Matemáticas, y a funcionar. A funcionar la técnica, claro. Que para las humanidades no es lo mismo. De esta manera, la técnica va conduciendo nuestras relaciones y delimitando nuestras expresiones a lo puramente técnico.
Pero perdonen mi digresión. Todo esto viene porque mi traductor decía que la frase “Mayor aún en cuanto que fue ese conocimiento el que generó el absolutismo de la técnica que hoy domina al hombre” habría que desglosarla más. Y, es que, hablaba yo de la Naturaleza y el hombre. De que la victoria del hombre sobre la Naturaleza no es más que una retirada táctica de ésta. Que la victoria del hombre sobre la Naturaleza no es más que la conquista del hombre por una parte de aquella. Y lo del absolutismo de la técnica venía por aquello que decía C.S. Lewis, que “la victoria del hombre sobre la Naturaleza no es más que la sumisión de toda la raza humana a algunos hombres”. Los que dominan la técnica, añado yo.
Aunque, quizás, lo que quería decir es que ese absolutismo de la técnica –que no la técnica misma- nos está haciendo incapaces de percibir todo aquello que no se explica con la pura materia. Eso.

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