lunes, 6 de septiembre de 2010

Con los ojos cerrados (07-09-10)

Con los ojos cerrados

A veces, con los ojos cerrados veo más. Basta abrirlos para dejar de ver. Con los ojos cerrados no distingo la belleza que me rodea, pero da lo mismo porque hace tiempo que olvidé lo que significa contemplar.

Con los ojos cerrados veo mi vida a la luz de lo esencial. Con los ojos abiertos voy de aquí para allá, veo a personas y cosas, puro movimiento, acción a lo más. Proximidad y alejamiento, una distancia y un espacio para hacer.

Con los ojos cerrados veo que vivo al límite y aunque pueda parecer el título de una película es también una sensación interior que apunta a la tozuda realidad. Pero priva el hacer, un hacer que me lleva a otro hacer, sin ser, sin estar. Sin vivir.

Cierro los ojos y la vida se me simplifica, pocas cosas valen la pena y qué poco tiempo dedico a aquellas que sí tienen algún valor. Pero abro los ojos y olvido cuáles son esas cosas. Los tengo que volver a cerrar para poderlas ver. Entonces se distinguen tan meridianas que hasta asombra tanta clarividencia. Y, si es de noche, me levanto para apuntarlas, para que sean la guía del obrar durante el día. Pero basta con encender la lámpara de la alcoba para que se esfumen gran parte de ellas.

Cuando era niño distinguía entre las cosas que eran necesarias y aquellas otras por las que podía aspirar. Ahora, en cambio, parece que todo a lo que pueda aspirar se torne necesario. Y es cuando cierro los ojos cuando aprecio que sólo era necesario lo que ya tenía, mientras que aquello a lo que aspiraba sólo tiene sentido en la medida en que he preservado lo anterior. No ha sido un sumar, ha sido un intercambio en el que he perdido más que he ganado. Aquellas cosas nobles a las que aspiraba han dejado de ser nobles, no en sí mismas sino para mí, en la medida que me han apartado de lo esencial.

Y me dirán ustedes que por qué escribo esto en lugar de hablar de la Feria o de la tregua trampa de ETA, que no lo sé si será abandono armado definitivo, como también podría hablar de la confusión entre enseñanza y labor de guardería frente al entusiasmo de las medidas educativas de nuestros políticos. Que ¿por qué escribir sobre abrir y cerrar los ojos? Pues porque en ocasiones hace falta estar más allá que acá para poder disfrutar de la vida. Me lo decía un amigo que escribe en la prensa: “cuando escribo, yo lo hago más desde allá que tú”. Y no lo decía porque fuera más viejo, que lo es.

Por cierto, felicidades a las Llanitos. Nos veremos en la Feria. No sin abrir los ojos, claro.

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