lunes, 29 de noviembre de 2010

Huyendo del sinsentido (30-11-2010)

Huyendo del sinsentido

Este fin de semana me he retirado a pensar y a hacer algo de matemáticas. Dentro de lo que cabe, lo más fácil ha sido retirarme, que eso de pensar y hacer matemáticas no lo es tanto, al menos para mí. En una de las conversaciones, un amigo me contaba que había llegado un matemático chino –bastante bueno- ilusionado con un problema que pretendía resolver en un artículo de treinta páginas que causaría sensación en cualquier revista de impacto; de impacto matemático, claro. Al final, volvió a su Universidad sin resolver el problema y, por tanto, sin artículo. De lo que deduzco dos cosas: que los hombres (varón y hembra) somos capaces de plantear problemas que tendrán que resolver otros y, en segundo lugar, que no basta la ilusión para demostrar que una idea es buena; esto es, una idea es buena cuando se demuestra que es buena. O como diría Chesterton, “un cerdo es un cerdo”.

Y he dicho que me he retirado este fin de semana para dejar claro que, al menos por unos días, he tenido la suerte de no saber nada de los proyectos y buenas ideas que suelen tener los miembros de nuestro Gobierno, ideas que dejan de ser buenas cuando se aplican (véase como aumenta la violencia de género o lo mal que va la educación) y proyectos que rellenan muchas páginas o carteles pero que no solucionan nada (véase el PLAN E con ceja, la Ley de Economía Sostenible y el número de parados) y que hay que dejar que otros resuelvan (otros como CARITAS u otras ONG).

A mi regreso, lamentablemente, alguien que me quiere había dejado sobre mi escritorio los periódicos del fin de semana. Ya lo dice el refrán: quien bien te quiere te hará llorar. Y así pude comprobar que Leire Pajín sigue produciendo ideas peregrinas y que Zapatero confía en que los empresarios tomen las decisiones que sólo a él competen. Desgraciadamente también constaté la persecución que sufren los cristianos (no sólo católicos) en Pakistán –también en Marruecos y otros muchos lugares- y la indiferencia de la prensa oficial a este respecto. Tampoco se han movido mucho otros colectivos, así que no me esperen encontrar entre los que apoyen sus reivindicaciones. En este país, en esta comunidad, en esta ciudad, nos podemos movilizar hasta por la desaparición del gusano pringoso de Pernambuco –espécimen poco común, por cierto-, pero movilizarse porque en todo el mundo están matando y persiguiendo a cristianos parece no ser causa suficiente.

Por eso me retiro a pensar y escribo cosas como la siguiente: mientras que haya mujeres que maten a sus hijos, no es de extrañar que haya hombres que maten a sus mujeres. Ambas atrocidades están, sin duda, relacionadas. Y ante tantas leyes sin sentido promulgadas por un Gobierno que evita pronunciarse sobre lo esencial, me refugio en las matemáticas donde las opiniones no valen para nada si no van acompañadas de un Teorema, donde la imagen del que tiene ideas solo resulta atractiva por las certezas que comunica, donde nada se empieza de cero y hasta el cero cuenta. En fin, ustedes tendrán sus propias preferencias. Yo busco un mundo de axiomas en medio de otro sin principios. Y si además, como decía Rof Carballo parafraseando a Santa Teresa de Jesús, también entre las ecuaciones anda Dios, mejor que mejor. Hasta el próximo martes.

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