lunes, 6 de diciembre de 2010

¿Qué se avecina? (07-12-2010)

¿Qué se avecina?

No entiendo por qué hay que agotar los quince días que permite el “estado de alarma”, menos aún que Rubalcaba dijera que no descarta la posibilidad de solicitar su prórroga al Congreso. Y, antes de aventurar hipótesis alguna, esperaré al desarrollo de los acontecimientos. Por el momento, lo que queda claro es lo que escribía José María Carrascal el domingo, que “los militares siguen resolviendo los grandes problemas españoles”.

La ilegal y deleznable huelga de los controladores aéreos ha sido una respuesta desproporcionada al decreto anunciado por el Gobierno en vísperas de un puente. Un decreto que, tras un año de negociaciones, suena a provocación y de cuyas consecuencias el mismo Gobierno no puede resultar completamente exonerado.

¿Le faltó mano izquierda o lo hizo a propósito? Quiero pensar que fue lo primero, pues encaja más en la forma de proceder que nos tiene acostumbrados. Además, hay cuestiones opinables en las que el Gobierno cuenta con datos que desconoce el ciudadano de a pie que esto escribe. La perspectiva del Gobierno es siempre más amplia y, consecuentemente, supuestas sus buenas intenciones, sus actuaciones son más correctas que las que pueda sugerir aquel que solo ve parte del problema.

No obstante, no descarto que alguien pueda pensar lo siguiente: después de una semana negra en la que Zapatero anunció medidas que no fueron bien recibidas por la opinión pública y que podía finalizar con una marcha marroquí sobre Ceuta, el Gobierno tenía que buscar un motivo que no solo distrajera a la opinión pública, sino que también la pusiera a su favor. Y, para ello, tenía que buscar una víctima. Ya lo había hecho anteriormente con los funcionarios y le había salido bien. En esta ocasión la víctima elegida eran los controladores aéreos. Una casta privilegiada de trabajadores con sueldos casi galácticos que suele forzar sus reivindicaciones fastidiando las vacaciones de los demás y entorpeciendo las emergencias médicas. Un colectivo ya señalado con el dedo, desde hace tiempo, por la opinión pública y que reunía todos los requisitos para el propósito del Gobierno. La escenografía de estos días presenta a un Gobierno capaz de actuar con mano militar si así lo exige el guión. Y aquí no parece irrelevante la palabra guión. Un guión que podría llevar incluido el acusar al partido de la oposición de complicidad con los controladores. De manera que la jugada del Gobierno habría sido perfecta. Habría resuelto la primera parte de un problema –la que permite unas fotos estupendas- y habría deslizado la duda sobre el partido de la oposición. Además de conseguir que solo se acuerden de los 426 euros los que no los van a cobrar. Y lo habría hecho jugando en “campo ajeno”, en algunos de los aeropuertos que va a privatizar. Ya solo faltaría que acertara el gordo de la lotería. Pero, como he dicho anteriormente, lo más probable es que esto no pase de ser una débil hipótesis proveniente de gente mal informada.

No quiero acabar sin mencionar a las auténticas víctimas: seiscientos mil españoles que han visto frustrados sus intereses. Y que van a ir de cabeza los próximos meses exigiendo que se les haga justicia. Los he tenido presentes mientras escribía, hasta el punto de preguntarme si han sido víctimas por un frente o por dos. Y, es que, desde el 13-M, la imagen de Rubalcaba me hace temblar. ¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Qué se avecina?

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