lunes, 22 de agosto de 2011

Apuntes sobre educación (y II) (23-08-2011)

Salgo de visitar una residencia de la tercera edad y, ante el calor insoportable del sol, busco mesa en una cafetería próxima situada a la sombra de un callejón. Como fumador, ocupo la única mesa libre que queda sobre la acera. No echo de menos el aire acondicionado. Me siento más cómodo en un ambiente natural. Limpio la pipa mientras el camarero pregunta lo que voy a tomar. Un café con leche será suficiente y, adelantándome a su posible requerimiento, le digo que no lo quiero del tiempo. Empiezo a encender la pipa cuando me lo sirve junto a dos sobrecitos de azúcar. Vacío uno y dejo el otro sobre la mesa. Pienso en que no tengo claro cuál es esa “tercera edad”, ni cuál es la franja temporal que corresponde a cada una de las anteriores. Y me pregunto por qué no me atrevo a llamarla “residencia de ancianos”. Estando en esas, leo el refrán que muestra el sobrecito que he apartado: “Dame un pez y cenaré esta noche, enséñame a pescar y cenaré siempre”. Conocidísimo refrán cuya interpretación habitual es bien conocida. Pero al que yo, en ese día, procuro darle otra que encaje con lo que acabo de ver en la residencia. No la fuerzo, es más bien algo intuitivo. Aparece de pronto, una vez desechada la que se acostumbra.


Ya en recepción se han cruzado cinco residentes. Cuatro en carrito y un quinto en tal estado que, a primera vista, da la impresión de ser algún directivo del centro. Dos carritos permanecen fijos, como anclados, con sus ocupantes observando la entrada. Otros dos son empujados por una auxiliar. Mi acompañante conoce a tres de ellos. Los define por su oficio: una pandera, un trabajador de la radio local y un carpintero. Personas que fueron de gran actividad, pero que dependen hoy de otro para el más mínimo movimiento. Y me vienen a la cabeza aquellas palabras que dicen, más o menos, así: “llegará un día en el que otro te ceñirá y te llevará donde él quiera”.


Durante toda la vida prevalece una educación cuya esencia consiste en “hacer”. Y, desde finales de los ochenta, esta es la pedagogía que el Estado pretende imponer a los jóvenes, una pedagogía de la que algunos escapan gracias a la visión más amplia de parte del profesorado. Por encima de lo que se aprende se sitúan las destrezas, las habilidades y las estrategias cognitivas. Constructivismo se llama. Hasta el punto de que lo que interesa no es tanto lo que se aprende como las habilidades que se desarrollan al aprenderlo. Esto es, la realidad no importa. O, dicho de otro modo, la realidad que verdaderamente cuenta para el hombre es la que él construye.


Pero llega un momento en el que se pierden las habilidades, en el que las destrezas de otrora no sirven y en el que las estrategias no motivan. Un momento en el que, como dice el poeta, me quedo solo con mis pensamientos. En el que no hay nada que “hacer”. En el que de nada me sirve “saber pescar” si ello es solo actividad. Nada exterior que construir. Es el momento del “ser”. Ser de la tercera edad o ser anciano, ¿qué más da? Porque en el fondo es todo lo mismo: ser un humano. Lo mismo a la primera, que a la segunda, que a la tercera edad. Lo básico es ser un hombre o una mujer. Y al llegar a esta edad me doy cuenta que en esa labor se han empleado pocos recursos. Porque no entiendo mi vida sin la actividad. Enseñamos a sobrevivir, pero no a vivir como lo que somos. Nos educamos en el “hacer” sin advertir que una parte de nuestra vida es sobre todo “contemplar”.


La realidad no la construyo yo. Si por mi fuese, nunca ocuparía un carrito de ruedas. La realidad está ahí, tanto la visible como la invisible. No hubiera venido mal que me hubieran enseñado a pescar también en este mar en cuyo horizonte se vislumbra el límite de la vida. Pesca de altura, se llama, Porque entonces sabría que a mi vida todavía le quedan ciento de millas de sentido. A remolque en el “hacer”, a todo babor en el saber y en el contemplar.


Pido la cuenta y, mientras guardo la pipa, pienso que para el próximo martes escribiré algo sobre lo que acabo de intuir. Y eso he hecho.

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