jueves, 10 de mayo de 2012

La más eficaz medida: el estudio (08-05-2012)

Entre todas las medidas que se pueden proponer para mejorar la calidad de la enseñanza, la más eficaz es el estudio. Así de sencillo y así de barato. El estudio personal es el mejor remedio para solucionar todos los males que acosan a nuestro sistema educativo. Curiosamente, es la única medida de la que no se habla.


No puedo entender que se destinen fondos públicos para pagar los estudios de jóvenes que no estudian. Es una incoherencia. Algo así como levantar una empresa pública con trabajadores que no trabajan pero que cobran puntualmente su nómina.

Me dirán que siempre ha habido estudiantes que no estudian, y llevan razón. Cada uno es libre de hacer lo que quiera con lo suyo. El problema viene cuando alguien pretende hacer lo que le venga en gana con lo de los demás. Y esto es lo que sucede en nuestra enseñanza, que hay quienes a costa del erario público mantienen su estatus de estudiante sin estudiar.

También me dirán que esto es así porque en España existe el derecho de estudiar hasta los dieciséis años y que, en la práctica, este derecho se alarga hasta los dieciocho. Pero no hablo aquí de estudiar, sino de no estudiar. Lo que considero absurdo es que pueda permitirse que haya jóvenes que estén hasta los dieciocho años sin estudiar porque, paradójicamente, tienen el derecho de estudiar. Aunque no nos debe de extrañar, pues es consecuencia lógica de establecer derechos que no van acompañados de deberes.

Ahora bien, tales no estudiantes, no tienen un pelo de tontos. Después de haber fastidiado bastante a sus compañeros que sí quieren estudiar y de plantar cara al profesorado durante cuatro años (repiten 1º y 2º ESO, o desaparecen por un año), saben que existe un invento tardío (Programa de Cualificación Profesional Inicial, más conocido por PCPI) que les permite cobrar, además de no estudiar, claro. Cobran sus primeros novecientos euros, se declaran insolventes y a seguir tirando.

Y si a esto le sumamos el hecho de que a esos profesores, que los han soportado durante años, les rebajan el sueldo, tenemos un nuevo absurdo: al que trabaja se le baja el sueldo y al que no cumple con su deber se le pone un sueldo. ¿Ha pensado la administración que retirando la paga a esos no estudiantes podría haber mantenido la de los maestros que tan eficazmente cumplen su labor en el primer ciclo de la ESO? Pues yo sí lo he calculado y puedo afirmar que, de hacer lo que sugiero, no sólo no tendrían que haber bajado sueldos de profesionales como la punta de un pino sino que, además, les sobraría euros para otras cosas.

En fin, nuestro sistema educativo está lleno de absurdos en el que el despilfarro económico consecuente es uno más de tantos puntos de vista. Podría pensarse en la cuestión académica y conocer que hay jóvenes que titulan sin tener todo aprobado, siendo durante algunos años hasta siete u ocho materias suspensas (cuando se trabajaba con áreas). O que un alumno que no tiene ninguna materia aprobada de 1º y 2º ESO, además de no haberse querido presentar a los exámenes de septiembre, sea matriculado en 3º ESO. Lo que manifiesta a las claras que eso de estudiar no parece importante.

Por otro lado, pensando en los esfuerzos que se han dedicado a lo largo de estos años a los no estudiantes, creo que ya es hora de aplicar un criterio cuya aplicación tuvo muy buenos resultados en el Oxford de 1829; con palabras del autor que lo propuso y lo llevó a cabo: “A los peores alumnos se les imparten clases en grupos numerosos, así se ahorra el tiempo para que los mejores estudiantes puedan formar grupos más pequeños, principalmente con sus propios Tutores, en un ambiente totalmente familiar y donde se facilita la comunicación”.

Por cierto, no pregunten nunca a un estudiante si estudia, pregúntenle cuántas horas estudia. Su contestación lo dirá todo. Tampoco pregunten a una madre si su hijo estudia, pregúntenle cuántas horas estudia su hijo y no se dejen enrollar con eso de las academias a las que asiste todas las tardes.

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