martes, 28 de septiembre de 2010

Día H menos 1 (28-09-2010)

Día H menos 1

Hoy no escribo sobre lo que desearía. Porque lo que yo desearía es escribir sobre algo de interés general que haya ocupado mi mente en esta semana. Algo realmente valioso y distinto a lo que aquí voy a tratar. Ni siquiera escribo con premura de tiempo, lo que me obligaría -según mi amigo Carlos- a que este artículo tratara sobre la nefasta política de nuestro presidente Zapatero. Pero, ni eso. Es el hecho de que hoy es el día anterior al de la anunciada huelga del 29 lo que me fuerza a escribir sobre ella muy a pesar mío. Como si con un día de antelación actuaran sobre mi los piquetes informativos -espero que lo de informativos no sea un eufemismo-, me pongo a teclear sobre ella. Y ya está dicho lo primero que quería decir.

Pero, ¿no pedía yo, hace unos meses, una huelga? Sí, pero no de este tipo, tan cocinada y elaborada, que más parece la puesta en escena de una de esas películas que subvencionamos los españoles a los amigos del de la ceja. Y, es que, sindicatos y Gobierno han ido de la mano en toda esta crisis; es más, han confraternizado. E imagino que en una de esas reuniones de camaradas acordaron hacer una huelga porque se les veía mucho el plumero. Que si la gente decía que por mucho menos se la hicieron a Aznar, que si se hablaba de que si el gobierno fuera de derechas ya la hubieran hecho, … Así que acordaron una huelga para después de las vacaciones, pero debía ser tal que quedara igual de mal la oposición que el Gobierno. Al fin y al cabo, para eso es el Gobierno el que mantiene a los sindicatos. Y, por ello, alguna ventaja tenía que tener. Evidentemente, no habrá sido tan sencillo llegar al acuerdo, porque esta gente es bastante complicada. Igualmente cierto es que muchos sindicalistas irán a ella de buena fe. Pero así es la vida, que uno intenta hacer las cosas bien y otros que no pegan palo al agua se la llenan de odio y revanchismo.

Miren, basta echar semanalmente una mirada a lo que acontece a España para darse cuenta de que el problema de nuestra nación no va a ser la anunciada reforma laboral. El problema es más bien una suma de problemas que sucesivamente va creando el Gobierno de la Nación, semana tras semana. Y este es el mal de España: nuestro Gobierno, al que se añade una anacrónica manera de distinguir políticamente a la izquierda de la derecha que estos sindicatos de clase se fuerzan por mantener.

Es verdad que las consecuencias de este desgobierno son, entre otras, los parados y la falta de trabajo en los próximos años, que hasta el mismo Gobierno ha bajado sus expectativas de recuperación de empleo para el 2011 y ha previsto más de un diecinueve por ciento de paro; pero hay otras tan graves como ha podido comprobarse esta semana con la aprobación de los Presupuestos del próximo año, aprobación que pone en jaque a la caja única de la Seguridad Social. Y los ejemplos pueden multiplicarse.

Por ello, debatir sobre tal o cuál reforma, manteniendo al Gobierno actual, es marear la perdiz. Es entretenernos en lo que no es esencial. De manera que sólo creeré en las buenas intenciones de estos sindicatos, que no digo sindicalistas, cuando se pronuncien contra la continuidad de este Gobierno. Sólo creeré que me he equivocado respecto a la huelga si las pancartas de sus manifestantes llevan escritas: Zapatero vete ya, Gobierno dimisión. Será entonces cuando salga a la calle, si no soy servicio mínimo.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Newman (1801-1890) (21-09-2010)

Newman (1801-1890)


Llevo veinte años esperando la proclamación de la santidad del cardenal Newman por parte de la iglesia Católica. Los mismos que han pasado desde que por vez primera conocí su vida y obra. Fue el libro del profesor y sacerdote don José Morales, publicado por RIALP en 1990, quien me abrió los ojos a esta figura inmensa tanto desde el punto de vista humano como espiritual, si es que ambos puntos de vista se pueden disociar. Desde entonces, siempre me ocupé en leer algunas de sus obras. Así que no me ha cogido desprevenido su reciente beatificación, ni el interés del Papa Benedicto XVI en ser él personalmente quien la llevara a cabo. Y espero también vivir lo suficiente para ver el día de su canonización.

Newman fue uno de los iniciadores del llamado Movimiento de Oxford que en la Inglaterra del siglo XIX supuso un intento de reforma del anglicanismo. Se trataba de construir una Vía Media entre catolicismo y protestantismo, concebida como una sólida opción religiosa y teológica. Y tanto porfió Newman en su propósito que acabó convertido al catolicismo. Conversión que fue piedra de escándalo en la sociedad de la época por tratarse de un profesor de Oxford de elevada talla intelectual y reconocido prestigio social. E hicieron bien en preocuparse pues la luz de su conversión iba a servir de faro a los que vinieran en el futuro. Su asentimiento intelectual a la fe católica es algo que sobrecoge y es, a la vez, un argumento de peso para perseverar en ella. No hay aquí nada de la fe del carbonero, por muy grande que esta sea. No hay improvisación ni deslumbramiento, tan solo aceptación a la verdad que descubre. Una verdad a la que no pensaba llegar y a la que, si se puede decir, el mismo no hubiera querido llegar. Y esto, quizás, es lo que le hace más valioso a mis ojos. Empezó su camino buscando algo que demostró equivocado y en su humildad acabó aceptando a Roma. Lo que trajo consigo el abandono de parte de sus correligionarios y la sospecha de aquellos que ya formaban parte de su nueva religión. Con todo, seguía siendo cristiano, tampoco había viajado tanto, pero al convertirse en católico había pasado a pertenecer a una sociedad de segunda división, a una sociedad a la que las leyes de Inglaterra vetaban incluso la posibilidad de desempeñar cargos públicos.

No es de extrañar pues el interés que Benedicto XVI ha tenido en beatificarlo y en el uso que ha hecho de sus ideas en todos sus discursos. Por mi parte, intelectualmente más modesto, quiero apuntar aquí a modo de guía algunas de las ideas con las que siempre he relacionado su figura: la necesidad del dogma, la importancia del estudio de los Padres de la Iglesia, el valor de actuar siguiendo la recta conciencia, las entrañables relaciones entre fe y razón y, por último, el derecho y deber de los católicos a participar en la vida pública. Junto a esto hay algo de la parte más humana de Newman que siempre me ha llenado de envidia, de envidia sana, claro. Se trata de su prestigio como profesor, como bien describe el siguiente párrafo: “Las lecciones de Newman se convierten muy pronto en un acontecimiento periódico de la vida universitaria de Oxford. Escucharlas es una de las satisfacciones más buscadas por parte de numerosísimos alumnos y profesores”.

Para aquellos que quieran saber un poco más de él, a parte de sus obras en las que cabe distinguir la “Apologia pro vita sua”, me permito el atrevimiento de recomendar el ya mencionado libro de don José Morales en su nueva edición, el clásico de Ian Ker que lleva por título “Jhon Henry Newman. Una biografía” de ediciones Palabra y el más sencillo de Rafael Pardo, “Yo, cardenal Newman”,·de Cobel Ediciones, publicados todos ellos en este año. De haber escrito antes este artículo les hubiera sugerido que se “feriaran” alguno de ellos. Luego vendrán los otros.

lunes, 13 de septiembre de 2010

El telediario (14-09-2010)

El telediario

Por fin he visto un telediario. Todos se han ido a comer a la feria y me he quedado solo en casa. Pero voy a intentar que no vuelva a suceder. Quedarme solo en casa a las tres de la tarde supone poner el telediario, lo que no recomiendo a nadie. Es preferible discutir amablemente con la familia sobre lo que hay que ver y acabar cediendo a los ruegos, aunque sea para ver Patito Feo, que poner el telediario. Es verdad que me perdí los primeros minutos y que no puedo juzgarlo en su totalidad. Quizás lo interesante lo dijeran en esos primeros minutos, si es que en los telediarios dicen algo interesante. Pues cada vez me parece más claro que dicen lo que queremos oír o bien lo que algunos quieren que oigamos. En cualquier caso, como digo, fui yo el que puse el telediario y de esta acción nadie ajeno es culpable. Como dice el viejo refrán, tú lo quisiste tú te lo ten fray Mostén.

Vergüenza ajena me dio ver a nuestro presidente en Oslo. No solo por que dijera que España va “bastante mejor”, sino por su modo de expresarse. Sus frases salen de manera espasmódica y eso que parece pensarlas mucho. Se queda parado, como en estado de éxtasis, como si estuviera traduciendo a otro idioma sus ideas cuando solo sabe hablar español, como si fuera a pronunciar una máxima inolvidable y digna de pasar a la historia, para luego no decir nada, ni siquiera más de cuatro palabras. No hay frase que le salga de corrido. No hay frase que no le salga cortada. No hay frase suya que no vaya en contra de la realidad. Y yo me preguntaba por lo que estarían pensando aquellos diplomáticos sonrientes que le escuchaban en silencio. Pues si este es el presidente de España, ¿cómo serán los españoles? Eso me decía yo que ellos pensaban.

Después tuve que soportar a los jefes máximos de CCOO y UGT. Verles empeñados en una huelga anunciada con tres meses de antelación, lo que creo que será digno del Guiness, me produjo vértigo intestinal. Y yo que un día estuve a punto de dejarlo todo para ser sindicalista, me decía. ¡Menudo error hubiera cometido! Treinta y cinco mil euros se han gastado en unos vídeos para animar a la huelga. Y yo con estos pelos.

A continuación vinieron las noticias de sociedad, accidentes, botellón, pasarelas, … y para cuando llegaron los deportes y el tiempo, que fueron el auténtico motivo por el que deseaba ver el telediario, ya me había quedado dormido.

Espero que mañana la familia coma en casa o bien que vayamos todos juntos a la feria, porque no soportaría ver cómo el telediario se ufana en propagar la noticia de que las clases han comenzado con normalidad y con más medios que en el curso pasado, porque la realidad es que hay menos medios y todavía no se han adjudicado todos los profesores que van a necesitar los centros. En fin, antes Disney Channel que un telediario.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Con los ojos cerrados (07-09-10)

Con los ojos cerrados

A veces, con los ojos cerrados veo más. Basta abrirlos para dejar de ver. Con los ojos cerrados no distingo la belleza que me rodea, pero da lo mismo porque hace tiempo que olvidé lo que significa contemplar.

Con los ojos cerrados veo mi vida a la luz de lo esencial. Con los ojos abiertos voy de aquí para allá, veo a personas y cosas, puro movimiento, acción a lo más. Proximidad y alejamiento, una distancia y un espacio para hacer.

Con los ojos cerrados veo que vivo al límite y aunque pueda parecer el título de una película es también una sensación interior que apunta a la tozuda realidad. Pero priva el hacer, un hacer que me lleva a otro hacer, sin ser, sin estar. Sin vivir.

Cierro los ojos y la vida se me simplifica, pocas cosas valen la pena y qué poco tiempo dedico a aquellas que sí tienen algún valor. Pero abro los ojos y olvido cuáles son esas cosas. Los tengo que volver a cerrar para poderlas ver. Entonces se distinguen tan meridianas que hasta asombra tanta clarividencia. Y, si es de noche, me levanto para apuntarlas, para que sean la guía del obrar durante el día. Pero basta con encender la lámpara de la alcoba para que se esfumen gran parte de ellas.

Cuando era niño distinguía entre las cosas que eran necesarias y aquellas otras por las que podía aspirar. Ahora, en cambio, parece que todo a lo que pueda aspirar se torne necesario. Y es cuando cierro los ojos cuando aprecio que sólo era necesario lo que ya tenía, mientras que aquello a lo que aspiraba sólo tiene sentido en la medida en que he preservado lo anterior. No ha sido un sumar, ha sido un intercambio en el que he perdido más que he ganado. Aquellas cosas nobles a las que aspiraba han dejado de ser nobles, no en sí mismas sino para mí, en la medida que me han apartado de lo esencial.

Y me dirán ustedes que por qué escribo esto en lugar de hablar de la Feria o de la tregua trampa de ETA, que no lo sé si será abandono armado definitivo, como también podría hablar de la confusión entre enseñanza y labor de guardería frente al entusiasmo de las medidas educativas de nuestros políticos. Que ¿por qué escribir sobre abrir y cerrar los ojos? Pues porque en ocasiones hace falta estar más allá que acá para poder disfrutar de la vida. Me lo decía un amigo que escribe en la prensa: “cuando escribo, yo lo hago más desde allá que tú”. Y no lo decía porque fuera más viejo, que lo es.

Por cierto, felicidades a las Llanitos. Nos veremos en la Feria. No sin abrir los ojos, claro.

Ceja y bigote (31-08-10)

Ceja y bigote

En la guerra como en la guerra. El problema es estar en una guerra como blanco del enemigo. Un blanco movible, pero blanco. Porque enemigo hay. Un enemigo que combate en su terreno, con todas las ventajas que ello conlleva. Además de la sicológica que entraña un motivo por el qué luchar, incluso morir, que va desde tirar al invasor hasta imponer al resto de compatriotas su ideología, por muy anti diluviana que esta sea o nos parezca. El que combate por su tierra nunca se plantea qué estoy haciendo aquí, cuestión habitual en el soldado invasor.

España tiene un contingente de soldados en una guerra en la que proporcionalmente ha perdido más soldados que otras fuerzas aliadas. Y si ha sido mayor el número de muertos es porque están en un territorio más conflictivo o disponen de armamento menos idóneo. Porque lo que no se puede discutir de nuestros soldados es su valor y entrega, además de su estricta obediencia al mando. Y esto no lo sabemos por el Gobierno de España, sino porque las noticias, con sus respectivas imágenes, vuelan. Y lo más cruel no es sólo el hecho de que participamos en una guerra sin saberlo, sino que nuestros soldados no pueden moverse allí como si fueran soldados, que es lo que son. Y no pueden hacerlo porque políticamente no es correcto, porque en este país es presidente un hombre que hizo del no a la guerra su máxima bandera. Una máxima que sólo cumple de boquilla, evitando condecoraciones militares y todo vocabulario que suene a conflicto bélico, mientras que los soldados que manda caen casi indefensos.

Siempre recordaré a aquella anciana muy querida, más de ochenta y cinco años, que encabezaba una manifestación contra la guerra de Irak. Nunca había participado en ninguna manifestación, pero sí sabía lo que era una guerra y, por ello, porque lo sabía, salió a la calle en contra de una nueva. Recuerdo que, después de los acontecimientos que sobrevinieron, me decía haberse sentido manipulada. Había servido de locomotora a la política de un hombre sin principios. Nunca más, me decía. ¿Dónde están ahora aquellas pancartas que colgaban de algunos balcones de Albacete? No a la guerra, decían. Desaparecieron después de la victoria electoral del de la ceja y ni pancartas, ni manifestantes, se han vuelto a ver en la calle.

Pero la manipulación del de la ceja llega más lejos. En Tarazona, en los días del entierro del guardia civil recientemente asesinado en Afganistán, una mujer le decía a otra: “el del bigote se los llevó a la guerra y aún no los ha devuelto”. ¿Cómo que el del bigote? ¡Si fue el de la ceja! Nuestros soldados están en Afganistán porque el de la ceja y no el del bigote se los llevó, y otra cosa es si deben de permanecer o no. Que el del bigote hace ya casi siete años que no pinta nada. Y siete años dan para mucho. Tengo una amiga que en siete años se ha divorciado, se ha casado, ha tenido una hija y ha emprendido una nueva vida. Pero, ¿qué ha hecho el de la ceja en todo este tiempo? ¿No habría podido rehacerlo todo? Pues no, él y sus allegados siempre están con que si el del bigote hizo esto o aquello, aunque no lo hiciera.

¡Qué lamentable es tener un presidente que no llama a las cosas por su nombre! Antes se decía que la guerra era la continuación de la política por otros medios. Ahora, en cambio, es el cinismo, la negación de lo evidente, lo que parece que permite a uno continuar en política. Claro que mientras que haya gente que se lo crea …

Algo de la semana (24-08-10)

Algo de la semana


Vives mejor que Moratinos, dice un amigo a mi llegada a la piscina. Lo que no es más que una provocación para hablar de política, algo que he evitado en mis artículos veraniegos pero que no rehúyo en estas improvisadas tertulias a remojo con agua tratada. Hablar con el agua hasta el pecho no es lo mismo que estar con el agua al cuello. En el primer caso está Moratinos, en el segundo lo están nuestros compatriotas norteafricanos. Con el agua hasta el pecho se puede contemporizar, que es una manera de no hacer nada, con el agua al cuello sólo se puede gritar: ¡socorro! Para que luego digan que un palmo más o menos no es nada. Que se lo intenten explicar, insisto, a nuestros compatriotas norteafricanos.

En esta época estival, que en gran parte he pasado entre castellano- manchegos, no he tenido oportunidad de recibir demasiadas noticias actuales de nuestra comunidad. Si bien es verdad que tampoco las he buscado, que ya me pondré al día cuando vuelva. Con todo, al conectarme al correo electrónico, siempre aparece el noticiero dclm.es, Tu Digital de Castilla-La Mancha, pero es tan del PSOE, tan de Barreda, que lo elimino sin leer. Bueno, la verdad es que repaso los titulares que, una vez y otra, me confirman en su eliminación. Este diario digital tiene la capacidad de ver sólo virtudes en Barreda y defectos en María Dolores de Cospedal. Tan es así que si no supiera yo del talento de esta mujer hasta pondría en duda que hubiera acabado el bachillerato y menos aún que fuera en el Bachiller Sabuco de Albacete. Al PSOE de Castilla-La Mancha le pasa como a Moratinos. A este le resuelven los problemas el Rey y Rubalcaba, mientras que al PSOE lo ponen bonito los medios de comunicación. Difícil lo tiene María Dolores para realizar el cambio que necesita nuestra comunidad.

Cambio de tercio. Como sabrán por alguno de sus hijos o nietos, que ya la experiencia propia queda lejana, el verano es un buen momento para estudiar las matemáticas que no se han estudiado a lo largo del curso. Personalmente, están siendo unos días maravillosos para recordar la Teoría de Grafos. Y ha sido uno de sus problemas, quizá el que dio lugar a su origen, el que me ha puesto en la pista sobre la forma en que Zapatero y Montilla pretenden resolver la inconstitucionalidad de al menos cuarenta puntos del Estatut. Me explicaré. El famoso matemático Euler planteó y resolvió el siguiente problema: en la ciudad de Königsberg hay una isla rodeada por los dos brazos del río Pregel. Sabiendo que siete puentes cruzan los dos brazos del río, se trata de determinar si una persona puede realizar un paseo de tal modo que cruce una sola vez cada puente y vuelva al lugar de partida. No, no intenten resolverlo, pues les haría falta un dibujo. Pero sí les puedo asegurar lo que harían Zapatero y Montilla: quitarían uno de los puentes y se acabó el problema. Por suerte, Euler tuvo la osadía de enfrentarse al problema tal y como había sido planteado y a su solución se deben grandes avances en ciencias tan diversas como la química, la economía o la ingeniería. Hasta el trayecto que recorren los camiones de basura de nuestra ciudad está sujeto a su solución. Algunos dirán que Zapatero y Montilla se esfuerzan en crear puentes, pero estoy convencido de que las matemáticas que manejan sólo les da para hundirlos.